13 Outubro 2017
La central hidroeléctrica que construye la Compañía Energética Sinop sobre el río brasileño Teles Pires, está alterando la vida de los habitantes de una extensa zona en el estado de Mato Grosso, tanto a agricultores como los productores del monocultivo de soja.
El reportaje es de Mario Osava, publicado por Inter Press Service - IPS, 02-10-2017.
“Desplazado por tercera vez”, Daniel Schlindewein se transformó en un activista a favor de los afectados por embalses en Brasil, tan combativo que la justicia le prohibió acercarse a las instalaciones de la central hidroeléctrica de Sinop, cuya construcción está en su fase final.
Era aún adolescente cuando en 1974 una ampliación del Parque Nacional de Iguaçu, en el suroeste del país, expulsó a su familia y otros agricultores del área. Siete años después, sufrió un nuevo desalojo por la construcción de la central hidroeléctrica Itaipu Binacional, compartida con Paraguay, que inundó 1.350 kilómetros cuadrados.
Eran tiempos de la última dictadura militar (1964-1985) y tratar de defender sus derechos se castigaba con prisión y torturas.
Ahora hay leyes, derechos reconocidos y mecanismos de defensa que hacen más visibles los conflictos, como los desatados por la construcción de cuatro represas en el río Teles Pires, en el norte del estado de Mato Grosso, donde ahora vive Schlindewein, en línea recta cerca de 1.500 kilómetros al norte de donde nació.
El anuncio, en la década pasada, de las nuevas plantas hidroeléctricas “contribuyó a organizar la resistencia de movimientos sociales antes dispersos” en Mato Grosso, reconoció a IPS la pedagoga Maria Luiz Troian, de la Escuela Técnica Estadual en Educación Profesional y Tecnológica de Sinop.
En 2010 nació el Foro Teles Pires, que reúne a sindicatos, indígenas, pescadores, organizaciones no gubernamentales, órganos religiosos, profesores universitarios y movimientos como el de Afectados por Represas (MAB, en portugués) y de los Sin Tierra (MST).
Se trata de un foro “plural y sin jerarquías”, para la defensa de derechos amenazados o violados por las hidroeléctricas, explicó Troian, una de sus participantes más activas.
Agricultores que tendrán sus tierras inundadas “son forzados a aceptar indemnizaciones injustas, porque la alternativa seria la vía judicial, que es incierta y demorada”, señaló.
“En la práctica es expropiación, nos pagan cuatro veces menos que los precios en el mercado de tierras local”, se quejó Schlindewein, de 56 años, uno de los primeros asentados en la aldea Gleba Mercedes, en 1997, cinco años después de emigrar del sureño estado de Paraná, atraído por la posibilidad de tierras baratas en Mato Grosso.
“Muchos desistieron porque llovía demasiado y se tardaba cuatro horas en llegar a la ciudad de Sinop, a apenas 100 kilómetros, en ‘jerico’ (borrico, en portugués, y nombre de un carrito motorizado artesanal que los campesinos trasladaron desde Paraná)”, recordó. La electricidad solo llegó 10 años después.
Pese a las dificultades, años después Schlindewein se trajo a su hermano Armando, un año menor y divorciado, quien adquirió un terreno pegado al suyo, separado por el Matrinxã, un riachuelo que desemboca en el Teles Pires.
Los dos hermanos comparten un tractor, otros equipos e incluso la casa del mayor, a menos de 100 metros del riachuelo.
Pero la represa pondrá fin a esa cooperación fraterna, porque el agua crecerá hasta ocho metros allí, sumergiendo el pequeño puente de madera que los acerca y obligándolos a mudar la vivienda más arriba.
La solución, demandada por los Schlindewein, es aterrar las orillas y construir un puente más largo y más alto. Esta modificación depende de la Compañía Energética Sinop (CES), propietaria de la central, y es importante para los vecinos, que así no tendrán que rodear el cauce inundado del Matrinxã y ver alargar la distancia a la ciudad en 20 kilómetros.
Vista aérea de la central hidroeléctrica que construye la Compañía Energética Sinop sobre el río brasileño Teles Pires y que está alterando la vida de los habitantes de una extensa zona en el estado de Mato Grosso, tanto los agricultores familiares como los productores del monocultivo de soja. (Foto: Crédito - Cortesía de CES)
De las 560 familias de asentamiento, también llamado Wesley Manoel dos Santos, 214 tendrán sus tierras total o parcialmente inundadas por el embalse que se llenará en 2018.
Además de la baja indemnización, algunos se quejan de que no se reconocieron mejoras y bienes que perderán en su propiedad.
José da Silva Teodoro, su mujer Jacinta de Souza y sus cuatro hijos tendrán 79 de sus 81 hectáreas inundadas. Con la indemnización lograron comprar 70 hectáreas en un área cercana, pero “sin las tres aguas” de que disponían, el Teles Pires al fondo y dos arroyos a cada lado.
“No alcanzaba para comprar otro terreno dentro del asentamiento, fuimos expulsados y perderemos los frutales, por los que nos dieron casi nada. Sembraremos nuevos pero solo darán frutas dentro de cuatro o cinco años”, lamentó Teodoro a IPS.
La pareja también proviene del sur de Brasil y produce banano, mandioca (yuca), piña, mango, gallinas, leche y queso.
Su vecino Ely Tarabossi, con mujer y dos hijos, ya tuvo que renunciar a la mitad de sus 100 vacas, porque el trajinar de camiones, tractores y autobuses de la construcción le cortó el acceso al agua del río. Piensa quedarse pese a que el embalse inundará 30 de sus 76 hectáreas.
“No tengo otra opción”, se conformó. Aunque con renuencia, piensa dedicarse a la soja, de la que Mato Grosso es el mayor productor, en forma de monocultivo. “Acá ya se intentó todo, desde mandioca a pepinos, el escollo es la logística. Estoy a 83 kilómetros de Sinop, la horticultura es inviable, se pierde todo en la carretera”, explicó.
La extracción de la madera fue “la primera economía” local y ayudó a limpiar la tierra para la agricultura, según los antiguos asentados.
Luego vino la ganadería, con la deforestación de áreas inmensas, y siguió la soja, alternada con el maíz o algodón en un mismo año, que dominaron la región del medio norte de Mato Grosso y se expandieron al norte, ya en el bioma amazónico.
En ese contexto llegó la construcción de las hidroeléctricas.
La central de Sinop, a 70 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, con potencia de 408 megavatios (MW) y un costo de unos 950 millones de dólares, favorecerá con su embalse de 342 kilómetros cuadrados las centrales construidas rio abajo: Colider (300 MW), Teles Pires (1.820 MW) y São Manoel (700 MW).
Sobre las indemnizaciones, la CES aclaró que sus cálculos se basan en las reglas de la Asociación Brasileña de Normas Técnicas, conocidas y sujetas a la aprobación de los interesados. Las negociaciones, casi concluidas, se hacen exclusivamente con cada propietario, informó a IPS su departamento de comunicación.
“Todos los afectados tienen reuniones y encuentros constantes con nuestros equipos, siempre disponibles para cualquier requerimiento”, aseguró. Puentes y accesos se harán con aprobación y “participación activa” de los interesados, buscando minimizar los impactos del embalse, acotó.
Para fomentar el desarrollo local, la CES impulsa hace un año el Proyecto de Producción Hortofrutícola en los asentamientos Mercedes y 12 de Octubre, con la participación de 88 familias.
Para los grandes agricultores el pecado del proyecto fue descartar esclusas en las plantas y, en consecuencia, la hidrovía Teles Pires-Tapajós para exportar la soja de Mato Grosso, ahora dependiente del transporte por carretera.
“Las hidroeléctricas responden a una necesidad del país, lamentablemente su construcción se contrató antes de la nueva ley que obliga a alistar canales para futuras esclusas”, observó a IPS el presidente del Sindicato Rural de Sinop, Antonio Galvan.
Su esperanza ahora es que se establezca la hidrovía por otro río cercano, el Juruena, que junto con el Teles Pires conforman el río Tapajós, y la red ferroviaria de Ferrogrão, de 1.142 kilómetros entre Sinop y Miritituba, el puerto exportador en el Tapajós, en el amazónico y norteño estado de Pará.
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Centrales hidroeléctricas invaden economía agrícola en Brasil - Instituto Humanitas Unisinos - IHU