07 Outubro 2016
"La respuesta del NO y la baja votación es el resultado de un proceso donde las clases dominantes lograron imponer su discurso de negación de cualquier apuesta por concretar la pacificación del país. El NO es la expresión del temor histórico, que hunde sus raíces en la Colombia de la década de los 40 del siglo XX, la intensificación del terror, la verbalización de la oposición al presidente Santos respecto a que este acuerdo de paz representaba un perjuicio para Colombia, garantiza la impunidad para los crímenes que la guerrilla cometió y sobre todo generaría las condiciones para desestabilizar el actual estado de desarrollo del país sudamericano",escribe Pablo Jofré Leal, periodista y escritor chileno.
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Un duro golpe para Colombia. Así podríamos resumir el resultado del plebiscito destinado a ratificar el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC, tras más de 54 años de conflicto interno.
Constitucionalmente, no existía obligación alguna de llamar a este plebiscito, pues bastaba la prerrogativa presidencial, para dar curso a un acuerdo que significó cuatro años de duras negociaciones, la celebración de innumerables encuentros en La Habana, la participación de países que avalaron estas conversaciones como Cuba, Noruega, Venezuela, Chile y donde los ojos estuvieron puestos en la posibilidad de al fin alcanzar el fin de las hostilidades, para un país donde guerrilla, paramilitares, fuerzas de gobierno, narcotráfico, la agencia estadounidense de lucha contra las drogas - DEA- el desplazamiento de millones de personas, 265 mil muertos oficialmente reconocidos, daños sociales, sicológicos y económicos incalculables, inestabilidad política y social, han sido la mezcla mortal para el país sudamericano. Colombia no merece, tras la consulta efectuada, volver a fojas cero esa luz de esperanza, que se tenía previo al plebiscito, un verdadero mazazo a esa objetivo de mirar el futuro con ojos más esperanzadores.
Sólo el 37,43% de los colombianos habilitados para votar - es decir 13 millones 66 mil electores- de un universo total de 36 millones de votantes lo hicieron el pasado domingo 2 de octubre. De ese porcentaje, la diferencia a favor del NO A LA PAZ fue de 55 mil votos con un 50,21% contra el 49,78% que se inclinó por el SI. Cifras que no sólo revelan la polarización de la sociedad colombiana, sino también a un pueblo cuyo sistema político anquilosado, apático y refractario al cambio dejó a dos de cada tres colombianos en su casa esperando que otros decidieran lo que el conjunto de los 36 millones de colombianos deberían haber hecho como consigna y praxis: La Paz como garantía de futuro.
La escasa participación, para un tema tan trascendental preocupa, nos hace pensar que la escasa importancia a la participación política, el escepticismo, la comodidad de pensar que el "otro" puede decidir el destino de un país es expresión de una sociedad enferma de guerra, de paramilitarismo, de muerte, de desgano, de irresponsabilidad por su futuro. Una sociedad que ha escuchado los gritos de guerra, la voz belicista de un ex presidente como Alvaro Uribe, que sigue con el mismo fanatismo llamando a continuar la confrontación entre compatriotas, sino se cumplen las condiciones que la clase política dominante, el empresariado refractario a los cambios sociales y los sectores belicistas del país exigen sea el marco de acuerdo con la guerrilla.
Si ello no es así, esa sector de la sociedad colombiana está dispuesta a seguir con el desangramiento de su país como lo hizo Uribe bajo su propio mandato y en su apoyo a los grupos paramilitares colombianos. Un ex presidente con vínculos con lo más execrable de Colombia, como ha sido su relación con el paramilitarismo y el narcotráfico. Un ex presidente que apeló al temor de transformar a Colombia en una "nueva Venezuela" si triunfaba el SI, de azuzar a los dioses de la guerra y el demonizar a los dirigentes de las FARC. Este personaje, Álvaro Uribe, por obra y gracia de un sistema político impotente para llevar adelante las decisiones para el bien del país sudamericano, se convirtió en la voz disonante, en el cacareo extremista, anticipando las penas del infierno para la débil democracia representativa colombiana si se aceptaba un acuerdo de paz como el firmado en La Habana, Cuba.
En Colombia el estrecho resultado a favor del NO en la convocatoria del pasado 2 de octubre, mostró el triunfo del paramilitarismo, el silencio obsequioso de los ciudadanos que miran para el lado cuando se les convoca a fijar líneas de futuro por su país. Ha triunfado la política del ciego, el sordo y el que suele hipócritamente criticar al Estado pero no hace nada por cambiar el rumbo del pais, suele vociferar que se " vayan todos" pero desde la comodidad de su sofá, que vayan otros a votar sueltan estos ciudadanos " total, a mí la guerra no me toca" exclaman estos agoreros del desánimo, creyendo que el rumbo del país no los tocará.
Para los partidarios del NO, que con un 19% del total de votos del universo electoral se solazan de su triunfo, pues la posibilidad de concretar un acuerdo de paz es un mal negocio para ellos. Esto, pues el pacificar el país los obliga a planter estrategias de desarrollo inclusivo, donde el tema de la tierra deje de ser un tema tabú y tenga una expresión de justicia. Donde las riquezas mineras, hidrocarburiferas, la belleza de Colombia, su industria, la agricultura tengan una mirada de bienestar para mucho más colombianos que el 5% que se apropia de las riquezas del país. El lograr que la paz sea una realidad en Colombia le da un espacio a la posibilidad de un desarrollo sustentable, más equitativo, donde la justicia no sea un privilegio para unos pocos, que permitiría no seguir desangrando a Colombia viendo cómo sus hijos deben buscar fuera de sus fronteras lo que su patria les niega.
Poco después de conocerse los resultados del plebiscito que asestó con su No mayoritario - con esa escasa diferencia pero triunfo al fin - un duro golpe a la idea de la paz negociada durante cuatro años, las FARC emitieron un comunicado por el cual lamentaban profundamente el resultado adverso "pues se impone el poder destructivo de los que siembran odio y rencor influyendo sobre la opinión pública colombiana". Para uno de los líderes de las FARC-EP, Rodirgo Londoño, alias Timoleon Jiménez, denominado "Timochenko" el hecho de no haber obtenido un respaldo en votos en este llamado a plebiscitar los acuerdos firmados en La Habana junto al gobierno presidido por Juan Manuel Santos "nos obliga a acrecentar nuestros esfuerzos por lograr pacificar Colombia. Sabemos que nuestro reto como movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuerte para construir una paz estable y duradera". Hoy las FARC-EP han convocado a vigilias en defensa de la paz en todos sus campamentos mientras la ciudadanía que votó por el SI, mediante marchas y concentraciones en las más importantes ciudades del Colombia han defendido los acuerdos de paz.
Hoy, el peligro mayor para Colombia es ver convertido al ex presidente Álvaro Uribe en el político "bisagra" de una sociedad, que no se siente representada en su conjunto ni por el ex mandatario, ni por las FARC, como tampoco por el gobierno. Sin embargo, lo que se discutió en La Habana, lo que se llamó a refrendar en el plebiscito del 2 de octubre afecta al conjunto de esa sociedad, que hoy trata de entender qué pasó con ese anhelo, con esa aspiración por lograr un objetivo ansiado, tema de análisis, de discusión, como es poner termino a medio siglo de conflicto. Una meta que no se reflejó en la esperada concurrencia masiva de la población, para refrendarla con votos y que sólo mostró a un alicaído 37%.
Juan Manuel Santos, es dentro del análisis más fino el gran derrotado en esta convocatoria, donde pensaba obtener réditos políticos, que le permitieran sumergir a su gran rival en la derecha, como es el ex mandatario Alvaro Uribe quien por obra y gracia de un NO triunfante está sentado a la mesa de negociaciones junto al ex presidente Andrés Pastrana. Ambos, convertidos en los consejeros, en los que están determinando los próximos pasos a seguir de una derecha cavernaria, de lo que se va a exigir a las FARC bajo la verbalización de lograr un gran acuerdo nacional.los que están marcando el rumbo a Santos.
Falta una revisión más exhaustiva de los sufragios emitidos municipio a municipio, pero los votos por el NO se dieron fundamentalmente en los Departamentos centrales de Colombia, donde se ubica gran parte de la población : Caqueta, Huila, Meta, Tolima, Quindio, Bogotá, Cundinamarca, Casanare, Caldas, Antioquia, Santander, Arauca, Norte de San donde el apoyo al NO sobrepasó el 70%. En cambio, en los Departamentos de Choco, Vaupes, Cauca, Putumayo, Nariño, Sucre, La Guajira, Córdoba, Atlantico, Magdalena, Bolívar, Amazonas, Bogotá DC, Guainia, San Andrés, Consulados, Guaiviare las cifras de adhesión al SI sobrepasaron el 54% de apoyo. Zonas donde la guerra se dejó sentir con mayor fuerza y el anhelo por concretar el proceso de paz fue mayor.
Al paso de los días va quedando más claro que a la par de la apatía, la desconfianza y la escasa credibilidad de las instituciones gubernamentales colombianas, como también de la guerrilla, uno de los factores que explica este resultado del ajustado triunfo del NO radica en dos elementos principales: el exceso de confianza respecto a que el resultado de apoyo al proceso de paz estaba asegurada, apoyándose en encuestas que hace mucho tiempo , en todas las democracias representativas no dan el ancho y no aciertan con sus pronósticos.
Y, finalmente, el menosprecio ante la implacable labor de zapa y crítica del uribismo al llamado ratificatorio de los acuerdos de paz. Se minimizó el grado de influencia que pudiera tener la campaña de rechazo de paz a los acuerdos y desprestigio tanto a Santos - calificado como traidor - como a las FARC- EP - donde se dibujó una caricatura de Timoleon Jiménez " Timochenko" investido con la banda presidencial - Sume a ello la movilización masiva de los partidarios del NO que acudieron disciplinadamente a las urnas.
El gran ganador de los malos resultados para el acuerdo de paz es, tal como el año 2002, el ex presidente Álvaro Uribe que vuelve a acumular los réditos de su virulencia contra la guerrilla. Efectivamente hace 14 años un anodino candidato presidencial, de nombre Alvaro Uribe, que asomaba en cuarto lugar en las preferencias electorales, centró su campaña en un duro discursos contra las negociación de paz del ex presidente Pastrana y las guerrillas de las FARC cuyo fracaso final, lo hizo escalar hasta un 65% de adhesión desplazando al candidato liberal Horacio Serpa y finalmente ganar la presidencia con un 55% de votos.
Uribe triunfo en aquella elección prometiendo acabar con la guerrilla, obteniendo el 54% de los votos y llevando a cabo, a rajatabla su programa de "seguridad democrática" que significó asestarle duros golpes a las FARC-EP sintetizado, por ejemplo, en la captura y extradición a Estados Unidos de Simon Trinidad, dirigente que tuvo un papel clave en las conversaciones con el gobierno de Pastrana. La muerte, en un bombardeo del comandante del Frente 16, el " negro Acacio". La muerte del número dos de las FARC-EP el año 2008, Raúl Reyes abatido en territorio ecuatoriano, lo que generó una fuerte tensión con ese país. Únase a ello la liberación de una serie de secuestrados, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrib Betancourt en julio del año 2008 mediante una operación aérea usando emblemas de la Cruz Roja internacional. Operaciones a las que se adiciona la liberación del General Mendieta y la sangrienta operación Sodoma que significó la muerte del Comandante "Mono Jojoy".
Hoy, tras el plebiscito del 2 de octubre todo es conjeturas, interrogantes: que si continuarán las conversaciones, que si todo queda en fojas cero, que si se van a reiniciar las operaciones militares. ¿Qué es lo que permitirá resolver el entuerto político generado tras el triunfo del NO?. La Unión Europea, UNASUR, la Organización de Estados Americanos - OEA - han hecho llamados a avanzar en el camino del diálogo, a no dejarse abatir, unir esfuerzos y establecer un diálogo amplio con el conjunto de las fuerzas políticas de Colombia., incluso considerando en ello a las fuerzas políticas dirigidas por Álvaro Uribe. Para Amnistía Internacional, el día domingo 2 de octubre fue un día trágico para la sociedad colombiana "el momento que Colombia le dio la espalda a lo que podría haber sido el final de una guerra de más de medio siglo" .
La respuesta del NO y la baja votación es el resultado de un proceso donde las clases dominantes lograron imponer su discurso de negación de cualquier apuesta por concretar la pacificación del país. El NO es la expresión del temor histórico, que hunde sus raíces en la Colombia de la década de los 40 del siglo XX, la intensificación del terror, la verbalización de la oposición al presidente Santos respecto a que este acuerdo de paz representaba un perjuicio para Colombia, garantiza la impunidad para los crímenes que la guerrilla cometió y sobre todo generaría las condiciones para desestabilizar el actual estado de desarrollo del país sudamericano. Ese discurso se impuso en el marco de una abstención, que permitió el estrecho triunfo de las posiciones contrarias al acuerdo de paz.
Esta derrota de las posiciones favorables del SI al acuerdo de paz requieren una mirada autocrítica, que permita entender el por qué del fracaso, cuáles fueron las insuficiencias en el mensaje, en la educación cívica, en el poder de convencimiento para sumar a la mayor cantidad de ciudadanos en el apoyo a las conversaciones sostenidas en La Habana y el posterior acuerdo, que debía ser refrendado en el plebiscito del 2 de octubre. ¿Las FARC se jugaron entero por alcanzar el SI? ¿Basta la disciplina militar para ser parte del proceso de paz o hubo al interior de las FARC un trabajo de zapa que remaba para el lado contrario ? Igualmente habrá que resolver cuánto de cercanía hubo entre las fuerzas de Alvaro Uribe y aquellas que afirman a Juan Manuel Santos. Cuanta intervención de la administración estadounidense hubo en esta consulta, cuánto de interés del gobierno de Santos en favorecer la aprobación del acuerdo, aunque ello no fuera vinculante.
Mucho que resolver, pero lo visto, es que para aquellos que no estamos inmersos en el conflicto colombiano, sufriendo sus consecuencias, percibimos que se ha perdido una oportunidad para alcanzar la paz. El presidente Juan Manuel Santos señaló que el cese del fuego bilateral continuará sólo hasta fines del mes de octubre, lo que trajo la respuesta inmediata de "Timochenko" quien afirmó ante las palabras del alicaído mandatario colombiano " ¿y de ahí en adelante continúa la guerra?" Alternativas donde el único perjudicado en concreto, en su vida cotidiana, en sus anhelo de vivir en paz será la sociedad colombiana, sobre todo aquellos que han vivido durante más de medio siglo en las zonas de combate entre los gobiernos colombianos y la guerrilla más antigua de Latinoamérica. Colombia merece mucho más que esta incertidumbre que mata tanto como la muerte física.
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Colombia; Una oportunidad perdida para la paz - Instituto Humanitas Unisinos - IHU