02 Junho 2017
Renunciar a sus privilegios, reconocer los actos cotidianos de machismo, romper las complicidades de grupo que cosifican a la mujer, aceptar el rol de acompañar en lugar de ser protagonista, son algunas de las prácticas que varones, provenientes de distintas experiencias, reconocen como centrales en la lucha por frenar la violencia sexista y generar una sociedad igualitaria, a dos años de la primera marcha de Ni Una Menos.
El reportaje es publicado por Télam, 01-06-2017.
"A los varones nos está costando mucho sumarnos a este debate y cuestionar honestamente nuestros privilegios. Hombres y mujeres crecemos con el mandato de que el varón tiene que ser protector, proveedor y violento, es algo que nos inculcan desde niños, que se ve incluso desde el entretenimiento si pensamos, por ejemplo, en cuáles son los juegos para chicos", indicó a Télam el comunicador social Roberto Samar.
Docente de la carrera de Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Río Negro, Samar aseguró que "hay discursos que circulan en los espacios de varones que no son los mismos que cuando hay mujeres; entre hombres se refuerza constantemente la cosificación de la mujer, quien cuestiona esto es descalificado por el grupo y quien lo legitima es parte".
En referencia a Ni Una Menos, Samar sostuvo que "aquella enorme marcha visibilizó la potencia del movimiento de mujeres que ya venía creciendo e interesó a muchas personas nuevas, entre ellos algunos varones; pero en líneas generales, sigo viendo una dificultad en nosotros, incluso en los espacios militantes porque no es lo mismo empoderarse para reclamar por un derecho, que avanzar en renunciar a privilegios".
Manuel Iglesias contó a Télam que antes de que su hermana Laura fuera violada y asesinada en mayo de 2013 en Miramar, él ya se indignaba con las injusticias y, en ese marco, la situación desigual de las mujeres no le era ajeno.
"Yo fui criado en una sociedad machista. Uno piensa que del 1 al 10, donde el 10 sería el femicidio, hay un montón de cosas que los hombres hacemos que parten desde lo mínimo, como decirle a la esposa 'qué querés que te cocine', hasta enojarse si habla con un vecino; todo eso es visto como natural y tenemos que hacer un esfuerzo enorme por romperlo", sostuvo el hermano de la mujer que trabajaba en el Patronato de Liberados Bonaerense (PLB).
Lejos de focalizar su militancia en exigir recrudecimiento de condenas, desde el colectivo de Familiares de Víctimas de Femicidio, Manuel impulsa acciones que apunten a un cambio cultural.
"Estamos pensando un spot hecho sólo por varones para cuestionar la cultura machista, también creemos que hay que dar charlar en escuelas, sociedades de fomento, clubes, en cualquier lado donde podamos decirle a los hombres que no son dueños de las mujeres, que no es lógico, que esto tiene que terminar", explicó a Télam.
Al hacer un balance a dos años de la primera marcha de Ni Una Menos, el psiquiatra especializado en violencia y abuso Enrique Stola, señaló que "la movilización del movimiento de mujeres y de los feminismos está produciendo un profundo cambio cultural en nuestro país y en América Latina que tiene que ver, por un lado, con la ruptura de la impunidad de los hombres en el espacio público, y por el otro con la visibilización de las diferentes formas de violencia de género".
"Esto hace, por ejemplo, que el tipo que acosaba en la calle ahora se cuida más porque no sabe la reacción que puede venir; pero, a la vez, la respuesta del machismo amenazado por este movimiento es fuerte, y se expresa, por ejemplo, en el recrudecimiento dentro del poder judicial de la persecución a las madres protectoras de sus hijos, y en este contexto, el hombre más desestabilizado mata", aseveró Stola.
El psiquiatra identificó como parte de la respuesta machista "la estrategia de algunos hombres de plantear que ellos también son víctimas de la violencia patriarcal tanto como las mujeres, pero sin problematizar sus privilegios; esto es como si pensáramos que un empresario exitoso pierde en la bolsa y es tan víctima del capitalismo como alguien que vive en situación de calle".
"Otra arista de este intento por invisibilizar el movimiento feminista es el de reducir la violencia a los femicidios, y no cuestionarse todas las otras formas de violencia", sostuvo.
Y concluyó: "Ahora bien, las que llevan adelante esta lucha son las mujeres, nosotros acompañamos, pero ningún hombre cambia por hacer seminarios o talleres sino porque ellas están diciendo no, un no cada vez más fuerte, más colectivo y que nos pone a quienes estamos en lugares de dominación frente a un poder que crece, y al que nos deberemos adaptar".
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A dos años del primer Ni Una Menos, los varones buscan un lugar para acompañar la lucha - Instituto Humanitas Unisinos - IHU