16 Janeiro 2018
El 'caso Osorno' es una de las piedras del Pontificado de Francisco. El nombramiento de Juan Barros, acusado de encubridor de los abusos de Fernando Karadima, desató una ola de protestas en Chile, que amenazan con aguar el viaje papal a esta país.
El portavoz de la plataforma de los Laicos de Osorno, Juan Carlos Claret, se muestra en esta entrevista sumamente crítico con la respuesta papal a la crisis de Osorno, agudizada tras la publicación de la carta del Papa al Comité Permanente del Episcopado chileno, en la que achaca al Nuncio la responsabilidad de bloquear la renuncia de Barros.
La intervista es de José Manuel Vidal, publicada por Religión Digital, 15-01-2018.
¿La publicación de la carta del Papa a la Permanente del episcopado reactiva el caso Osorno?
Durante tres años hemos estado constantemente en la palestra eclesial y mediática. En Osorno, no hay semana en que los medios no aborden el tema pues se ha transformado en un problema no sólo de interés eclesial, sino público. Lo mismo ocurre a nivel nacional donde decisiones al menos extrañas de parte del obispo Juan Barros han concitado interés de todo el país, por ejemplo, el exorcismo que se quería hacer en la catedral por nuestras protestas. A nivel internacional, las víctimas de abusos y organizaciones vinculadas a ellas hablan en sus entrevistas y comunicados sobre nosotros, pues que semana a semana hayan católicos que con frío o calor estén afuera de la catedral exigiendo verdad y justicia, conmueve e inspira. Por tanto, hablar de una reactivación no es lo más preciso.
Lo que la carta ha hecho es confirmar que "estos tontos y zurdos", "grupito de aparecidos", "terroristas", "no católicos", teníamos razón. Imagina que cuando en mayo de 2017 el actual comité permanente acepta dialogar con nosotros, lo primero que nos exigen es un currículum vitae. Y curiosamente, esos mismos obispos sabían que Barros, Koljatic y Valenzuela se debían ir pero prefirieron callar.
La opinión pública nacional comprendió que la fidelidad al Evangelio no pasaba por la impunidad de los obispos de Karadima, quienes desde 2010 son acusados de encubrir abusos sexuales a menores, sino en exigir su renuncia.
¿Cómo interpreta la carta?
La carta nos desconcierta porque, por un lado, confirma elementos que denunciamos desde hace tres años, por ejemplo, que el nuncio Scapolo es servil a intereses perversos muy poderosos; pero por otro lado, siembra más dudas que el Papa tendrá que explicar, pues tanto el Nuncio como los destinatarios de la carta se han excusado responder.
Así, ¿qué es aquello tan grave para pedir renuncia y luego dar año sabático a tres obispos chilenos, o sea, al 10% de la conferencia episcopal? ¿Por qué esa misma causa ya no procede? ¿Es lógico que porque el Nuncio haya contado la voluntad del Papa, él se dé pie atrás? La razón para sacar a Barros, tiene que ver con la supuesta "única acusación en su contra que fue desacreditada" en palabras del Papa? Si eso es así, ¿por qué el Vaticano decidió no entregar los antecedentes contra Barros a la Corte Suprema de Chile, reconociendo que los hay? ¿Por qué los obispos colegas de Barros pidieron que lo sacaran entre gallos y medianoche? Finalmente, y es lo que más ha destacado, ¿cómo comprender que el Papa, si quería sacarlo, nos haya tratado de "tontos y zurdos" por exigir exactamente lo mismo que él quería pero que, en sus propias palabras, lo bloquearon?
Todo esto deja en muy mala posición al obispo Barros, porque a lo largo de estos tres años, él ha sostenido que no renuncia por fidelidad al Papa, pero ¿a qué Papa le está siendo fiel? A uno que le es útil a sus intereses. Si de verdad fuera leal, debería renunciar como Francisco lo quería. Mismo ejercicio deben hacerse quienes de buena fe confiaron en que el Papa libremente defendía a Barros y por obediencia a él soportan al obispo.
¿Por qué el Papa consintió que el Nuncio Scapolo bloquease su decisión de sacarlo?
Esta es una muy buena pregunta. No es lógico que por un error de forma de un subalterno, el Papa decida detener su intento de limpieza de la jerarquía católica chilena, la cual, dicho sea de paso, vive una crisis tan honda que la constituye como la menos confiable y respetada de Latinoamérica. Muchos sostienen que ampararse en el error negligente o doloso del Nuncio Scapolo es más una excusa. Por otra parte, el Nuncio fue formado y es cercano a Angelo Sodano, quien durante 11 años ejerció el mismo rol en el Chile dictatorial fraguando una gran amistad con Fernando Karadima, tanto así, que en la Parroquia de El Bosque tenía una sala para él. Así, Juan Barros goza de un cerco de protección que si comienza por el Nuncio escala inmediatamente al Decano del Colegio Cardenalicio y con eso, a influencias que la imaginación queda corta. De hecho, no es menor que esta carta haya sido filtrada desde un intercambio epistolar privado del Papa con obispos cercanos, no pasando por Nunciatura. ¿Desconfía el Papa de su Nuncio? Y si es así, ¿por qué no lo remueve? Francisco tiene el poder para hacerlo.
Lo grave de todo esto, es que mientras estos poderes se reparten la torta, si la causa para sacar a estos obispos era el encubrimiento de abusos sexuales, significa que durante tres años hay delitos impunes, poniendo en riesgo la vida de los fieles, y con el silencio cómplice de todos los implicados en la carta. Eso es lo grave y escandaloso. Con esta filtración que fue reconocida por la Iglesia jerárquica, se conoce de primera fuente la cocina de los nombramientos episcopales: Dios no aparece por ningún lado, se omite hablar del bien al Pueblo de Dios, ni se asoman valores superiores. ¡Es un juego de tronos para mantener la sotana! Y entonces surge la pregunta, ¿qué ganan esas personas aferrándose a las insignias episcopales en pleno siglo XXI? ¿Impunidad? ¿Cómo tener garantía de que los próximos nombramientos episcopales en la capital Santiago, en Rancagua, Valparaíso, Valdivia y Puerto Montt, serán apostando a un verdadero trabajo por el Reino y no por intereses personales? Sin duda, antes que tales nombramientos ocurran, el Nuncio Scapolo tendría que irse.
¿Les ha molestado que el Papa les haya llamado 'tontos y zurdos'?
Sin duda, porque cuando el Papa nos manda a decir eso en presencia del Vocero de la Conferencia Episcopal de Chile, Jaime Coiro, da la sensación de un Papa sumamente convencido con la permanencia e inocencia de Juan Barros en Osorno. Nos trata de tontos por creer en su discurso de tolerancia cero en materia de abusos. Pero ahora, con la carta, es el mismo Papa quien confiesa sus intentos por remover no sólo a Barros sino a otros obispos de Karadima. ¿Cómo entender que el Papa haya cambiado tanto en tan pocos meses en el mismo año? Eso es algo que tendrá que responder él porque falta una pieza entre enero y mayo de 2015. Osorno, ahora más que nunca, merece conocer la verdad y la visita es oportunidad propicia para que el Papa haga creíble en nuestro país, que es el que peor lo evalúa en toda la región, su discurso de tolerancia cero en materia de abusos, y no infinita como en Chile se vive.
¿Por qué han montado toda una serie de manifestaciones? ¿Qué pretenden conseguir con ellas?
A las protestas no llegamos porque fuera nuestro deseo. Lo haremos porque la jerarquía de la Iglesia nos ha tratado como enemigos. Durante todo el segundo semestre del 2017 tocamos puertas y nos la cerraron. Al obispo Fernando Ramos le pregunté en persona si era posible que el Papa nos recibiera, y nos dijo que no porque dependía de Roma. Le pedimos si podía entregarle una carta, y tampoco. Que ellos le dijeran algo en nuestro nombre, mucho menos, amparados en que Roma decidía. Luego, el ministro del Interior nos cita a audiencia y dice lo mismo "no podemos hacer nada porque Roma decide". Ante eso, contactamos en Roma a Mauricio Rueda, encargado vaticano para los viajes papales, y por escrito nos responde que él no puede hacer nada porque la competencia para decidir eso lo tiene el obispo Fernando Ramos. Como se puede apreciar, ha habido un intento deliberado de quienes organizan la visita del Papa en excluir realidades incómodas para la Iglesia y en particular, para el Papa. No sólo Osorno se ha excluido sino también a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero. Las víctimas de Karadima publicaron el correo donde el obispo Ramos les cierra la puerta en los mismos términos que lo hizo con nosotros. Ahora, por la presión mediática e internacional, ya no lo descartan sino que lo dejan en duda.
Ante esta realidad, decidimos protestar focalizándonos sólo en Santiago porque ésta es una visita bastante santiagocéntrica. Pero no lo haremos porque creamos que manifestándonos el Papa nos recibirá. Eso ya pasó. Agotamos todas las instancias, le suplicamos ayuda, fuimos donde él y Francisco decidió obviarnos. Por eso, el objetivo es impedir que se invisibilice nuestra realidad que es una herida aún abierta, muy lejos de cicatrizar.
Si el Papa quisiese hablar con ustedes, ¿qué le pedirían en concreto?
Que nosotros hayamos agotado las instancias para hablar con él y nos manifestemos, no significa que no estemos disponibles para hablar. Si el Papa quiere hacerlo, ahí estaremos para hablar en verdad y para escucharlo a él. Han sido tres años difíciles donde hay hermanos en la fe que se han agredido, amigos que ya no se hablan, sacerdotes que no se saludan, vocaciones que se han ido a otras diócesis alegando hostigamiento de parte del obispo, y también hermanos de la organización que han perdido su trabajo de fuentes no eclesiales pero donde el obispo ha intervenido directamente en su despido.
Ante esto, sólo queremos que se nos reconozca como iguales dentro de la Iglesia y no como súbditos. Si el Papa quiere juntarse, daría un paso significativo en este reconocimiento.
¿Qué le pediríamos? La verdad, no se trata de pedir, porque el Papa, por el bautismo, no es más valioso que la sra. Isolde, quien llora en silencio la cebolla para hacer empanadas cuya venta ayuda a juntar el sueldo de la secretaria de mi parroquia. Sin duda tiene un carisma distinto, pero no por eso es superior. Por tanto, reformulo ¿qué le preguntaríamos al Papa? Una sola cosa: "¿ama a la Iglesia en Osorno?" Porque quien ama, evita el sufrimiento al ser amado, y este sufrimiento de tres años puede comenzar a sanar con la renuncia del obispo Juan Barros. Ni más, ni menos.
¿Les gustaría que la visita del Papa a Chile fuese un fracaso?
Por ningún motivo. Que nosotros estemos encontrados respecto al nombramiento del obispo Barros no significa que desconozcamos los avances significativos del Papa en otros asuntos. De hecho, nuestras protestas están focalizados en trayectos del Papa móvil o en momentos donde él no hablará, porque nos interesa escucharlo pues su mensaje tiene tópicos no sólo necesarios sino urgentes para nuestro país: cuidado de la casa común, crítica a un sistema económico que descarta, misericordia, entre otros. Ahora bien, también tenemos la esperanza que el Papa se siente a escuchar lo que tenemos que decirle, pues a Osorno, a las víctimas de abusos, a los pobres, a los migrantes, a la Iglesia Popular, a la Iglesia de comunidades de base, a las pastorales que trabajan con minorías sexuales y étnicas se nos ha excluido de la agenda invitándonos a ser espectadores de una visita cuyo comité organizador no ha temido comparar públicamente con Lollapalooza. Por ende, si se quiere hablar de intentos de fracaso, la mirada debe ponerse ahí, junto a los tropiezos del Papa con nuestro país y en el episcopado chileno que junto con no querer asumir la responsabilidad en la crisis de la Iglesia, crisis que es jerárquica, ahora en los medios de comunicación rasgan vestiduras exigiendo que el Papa se reúna con víctimas de abusos cuando ellos mismos los excluyeron, y como prueba de ello están los emails.
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Chile. "La carta del Papa a los obispos ha confirmado que los 'tontos y zurdos' teníamos razón" - Instituto Humanitas Unisinos - IHU