Por: Ricardo Machado | 31 Julho 2017
“Delante de los muchos dilemas, ¿apostaremos a una formación humanista o simplemente tecnocrática? ¿Seguiremos la letra fría de la ley y los manuales o seremos capaces de ver en el genoma no un código, sino un niño, una persona humana? ¿Oiremos pasivos el espíritu del tiempo presente, bestializados por el canto de la sirena 4.0, o tendremos discernimiento para estar atentos a la enseñanza de Ignacio de Loyola?”, escribe Ricardo Machado, periodista y doctorando en Comunicación en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul – UFRGS.
Aquí el articulo.
En todo, amar y servir. El día 31 de julio se hace memoria de Ignacio de Loyola, fallecido hace 461 años y autor de la frase con que inicia el texto. Este mismo día, en 2017, hizo un día que Charlie Gard, el bebe británico con una rarísima enfermedad genética, murió. En realidad, Charlie fue asesinado y es aquí que el tercer personaje entra en escena: nosotros.
Charlie es víctima más de nuestro tiempo y de nuestra racionalidad que de la enfermedad que sufría. Somos capaces de decodificar un ADN y en él detectar la ausencia de una enzima responsable de la subdivisión de células (lo que lleva a la inviabilidad de la vida desde el punto de vista biológico), pero somos incapaces de ver del lado de afuera de esas células un niño, una vida, un ser humano. En el réquiem del tiempo presente, estamos delante de una partitura vacía, frente al holocausto del silencio brutal que, al mismo tiempo, abre las cortinas a la fascinación de las partículas subatómicas que colisionan unas con otras bajo los pies de las autoridades europeas, las mismas que determinaron la desconexión de los aparatos que sostenían la frágil vida de Charlie.
En el mundo son miles los Charlies, no por la rareza de la enfermedad, sino por la indiferencia a la muerte en escala global. Me arriesgaría a decir que sufren todos de la misma patología: nacieron homo sacer. La Europa ilustrada, con siglos y siglos de iluminismo y academicismo, del cual nutren un tipo de orgullo casi xenófobo, opta, la mayoría de las veces, por la salida tecnocrática en detrimento de la humanista. La decisión de la Suprema Corte europea, en el caso de Charlie, es emblemática. Pero podríamos considerar la política de inmigración de la Unión Europea – UE y sus campos de concentración del siglo 21, como la Selva de Calais, en Francia. Podemos también, mirando un poco hacia atrás, recordar la onda de suicidios en España después que los bancos comenzaron a desalojar personas con hipotecas atrasadas y bajo amenaza de desalojo. Y Grecia, cuna de la democracia en el viejo mundo, que ignoró el voto popular contra los ajustes económicos y cuyo presidente se inclinó en reverencia al sistema financiero. Hablemos de África, donde la profunda miseria y absoluta indiferencia del mundo occidental transforma la vida de cientos de miles de personas en un suplicio de los cuales tenemos poca dimensión.
Bajo el sol de los trópicos, una joven universidad moja los pies en el océano de la revolución 4.0 y ve delante de si un mar de desafíos. Recientemente la Unisinos, que conmemoró su aniversario el día 31 de julio y está localizada en la región metropolitana de Porto Alegre / RS, recibió la aprobación definitiva del Ministerio de Educación – MEC para su curso de Medicina. La novedad es recibida con entusiasmo y alegría por quienes son parte de la universidad o allegados. Existen, igualmente, muchas preguntas para responder, sobre todo por aquellos que colgarán en la pared de sus consultorios o gabinetes los certificados de graduación con sus nombres sobre el logotipo de la Unisinos. Delante de los muchos dilemas, ¿apostaremos a una formación humanista o simplemente tecnocrática? ¿Seguiremos la letra fría de la ley y los manuales o seremos capaces de ver en el genoma no un código, sino un niño, una persona humana? ¿Oiremos pasivos el espíritu del tiempo presente, bestializados por el canto de la sirena 4.0, o tendremos discernimiento para estar atentos a la enseñanza de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús?”,
No trate de responder apresuradamente estas preguntas. De tiempo al tiempo, pero sea capaz de oír el florecer de la primavera. Si no lo logra, contemple los jardines de la utopía en memoria de Charlie. En todo caso, si se traba con las preguntas, siga la pista: en todo, amar y servir.
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Ignacio, Charlie y nosotros, a la espera de una primavera que llega - Instituto Humanitas Unisinos - IHU