28 Fevereiro 2018
"El Foro Social Mundial no es el único espacio global para los movimientos sociales, pero es el único espacio potencialmente transversal. En él pueden conocerse distintos movimientos, y esto debe ser promovido. La coordinación y la organización deberían estar al frente de la agenda, pues en situaciones de crisis y caos serán aquellos con el poder organizativo más fuerte quienes fijarán la agenda", escribe Francine Mestrum, Global Social Justice, en artículo publicado por ALAI, 27-02-2018.
El próximo Foro Social Mundial (FSM) tendrá lugar en Salvador, Bahía, del 13 al 18 de marzo de 2018. Muchos participantes veteranos y miembros del Consejo Internacional (CI) temen que sea el último foro global. ¿Por qué?
Las dinámicas del Foro que caracterizaron sus primeros años, y que re-emergieron con el FSM de Túnez después de la Primavera Árabe, parecen completamente perdidas hoy en día. Los movimientos sociales en Brasil, y particularmente en Salvador, son sumamente dinámicos, pero hay una carencia de alcance global y de recursos económicos. Más aún, distintas divergencias políticas ensombrecieron la última reunión del Consejo Internacional.
El mundo ha cambiado mucho desde 2001, año del primer Foro, así que para nadie debería resultar una sorpresa que haya quienes piensen que el FSM también debe re-inventarse a sí mismo, si es que quiere jugar un papel relevante en el futuro.
Las ideas básicas con las que el FSM y su CI se fundaron eran sumamente relevantes. La horizontalidad estaba en el frente, la auto-organización sería su principio guía; nadie tenía permitido hablar a nombre de otros y por tanto nadie tenía permitido hablar a nombre del propio FSM. Las y los fundadores del FSM habían entendido muy bien que debían ser cuidadosos con la muy fragmentada izquierda global y sus pugnas constantes. El FSM no necesitaba luchas de poder, y mucho menos una estructura centralizada y jerárquica. Estas reglas fueron consagradas en una Carta de Principios.
Incluso hoy día, uno no puede más que felicitar a los fundadores por su visión y agradecerles con gran respeto la forma en que han preservado estos principios básicos.
Pero, tal como se mencionó antes, el mundo ha cambiado. Hace cuatro o cinco años empezamos a discutir la idea de reformar el CI y sus comisiones. Desde un inicio resultó claro que la discusión iba a ser muy difícil. Algunos querían demasiados cambios, otros no querían ninguno. Los puntos sobre rendición de cuentas y representatividad resultaron particularmente difíciles de discutir. De igual manera, los múltiples significados de “espacio abierto” dieron pie a muchos malos entendidos.
Sin embargo, resultaba muy claro que algo tenía que ocurrir. La asistencia a las reuniones del Consejo Internacional iba menguando. Muchos movimientos se iban quedando sin recursos para viajar, otros estaban hartos de las discusiones burocráticas sin fin en torno a reformas que nunca se concretaban.
En cuanto al propio FSM, la esperanza de los primeros años de que fuese un espacio para realmente compartir alternativas al orden mundial neoliberal y capitalista también iba a la merma. Quienes decían que el Foro no era más que una “tertulia” no estaban completamente equivocados. Se celebraron cientos de talleres, pero los intentos de tener asambleas de convergencia no fueron muy exitosos. Demasiadas iniciativas fueron organizadas para el propio grupo interno. Hubo demasiada poca interacción entre distintos sectores y grupos.
Si queremos que el foro sobreviva, algo tiene que cambiar. Pero la dificultad para tener una discusión real sobre estos temas viene, sorprendentemente, de las mismas personas que fueron tan brillantes hace quince años. Al enfatizar la horizontalidad, el miedo a ser cooptados por los partidos políticos, la no-representatividad, etc., están obstaculizando cualquier nuevo desarrollo y mostrando, además, que las relaciones de poder no están ausentes del proceso del FSM.
La horizontalidad y la verticalidad no están drásticamente opuestas. Rechazar una estructura jerárquica no debe impedir que tengamos una estructura flexible, pero con claras responsabilidades y mecanismos de monitorización y rendición de cuentas.
La auto-organización es un principio hermoso, pero no debería de impedir que nos demos cuenta que algunos temas pueden ser más prioritarios que otros. Los movimientos del Hip-hop pueden ser muy importantes, pero un taller sobre la paz, la democracia o la justicia climática podría, bajo ciertas circunstancias, recibir la atención principal. Intentar jerarquizar de algún modo los temas a discutir no representa una traición a la Carta de Principios.
Sobre todo, es importante que prestemos algo de atención al estado que guarda la izquierda actualmente. Que la izquierda haya perdido algo de su encanto tras la caída del Muro de Berlín es normal, pero no lo es el que haya sido incapaz de recuperarlo después de la crisis económica y financiera de 2008-09. La izquierda permanece sumamente fragmentada y, a pesar de sus hermosos principios, el FSM no ha contribuido a su sanación.
Antes de decidir que, de aquí en adelante, lo único que necesitamos son foros temáticos y que ya no es necesario tener un CI, creo que deberíamos reflexionar en torno a algunos elementos para poder ver las áreas en las que el FSM continúa siendo relevante.
En primer lugar, sin importar cuán importante sea la auto-organización de talleres, no podemos dejar la convergencia y la interacción entre grupos a los propios movimientos participantes. El FSM debe organizarse. Esto significa que debemos tomar ciertas iniciativas para hacer que los grupos converjan, no sólo dentro de un mismo sector, sino entre sectores. Mientras los grupos de justicia climática no se coordinen con los grupos de justicia social y los movimientos por la paz, están condenados a librar luchas aisladas. De esta forma, ninguno de ellos triunfará.
En segundo lugar, los movimientos mismos deben organizarse para poder trabajar juntos y lograr llegar a alternativas. Esto no significa que deban compartir un único modo de pensar, es suficiente con que se den cuenta de que tienen cosas en común y que pueden trabajar en la misma dirección. La diversidad continúa siendo importante. Cada año miro con asombro el Foro Económico Mundial en Davos, en el que los participantes ciertamente no están de acuerdo entre sí pero son capaces de alinear sus posiciones sin ninguna declaración solemne. Cada vez más son ellos los que fijan la agenda mundial y construyen una nueva hegemonía cultural. Cada año invitan a algunos de los pensadores más reconocidos mundialmente para que presenten nuevas visiones. Es un proceso de aprendizaje y de convergencia. ¿Por qué no podemos nosotros hacer eso? ¿No se supone que el FSM sería una respuesta al FEM? ¿No debería haber un foro progresista de movimientos y pensadores que dé forma a una agenda de cambio?
El Foro Social Mundial no es el único espacio global para los movimientos sociales, pero es el único espacio potencialmente transversal. En él pueden conocerse distintos movimientos, y esto debe ser promovido. La coordinación y la organización deberían estar al frente de la agenda, pues en situaciones de crisis y caos serán aquellos con el poder organizativo más fuerte quienes fijarán la agenda. Las alternativas pueden crecer durante las acciones, la organización debe estar presente. El FSM puede ser un evento muy politizante, lo cual es muy positivo, pero esto debe volverse sustentable. Debe, de hecho, convertirse en un proceso real.
En Salvador de Bahía tendremos una vez más la oportunidad de discutir todos estos puntos. El elemento muy positivo en el CI es que, a pesar de nuestras diferencias de opinión, hemos creado fuertes lazos de amistad. Nos respetamos entre nosotros y nosotras. Esto nos debería permitir dejar de lado los puntos de vista dogmáticos, buscar puntos intermedios que nos permitan volvernos políticamente relevantes, y tener una voz global que hable y pueda ser escuchada.
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El futuro del Foro Social Mundial: ¿Ser, o no ser? - Instituto Humanitas Unisinos - IHU