Por: Lara Ely | Tradução: Mariana Szájbély | 22 Agosto 2017
Desde que el presidente estadounidense Donald Trump asumió el poder, la polémica sobre la construcción de un muro en la frontera con México viene dando que hablar. Se comenta poco sobre el otro muro, que queda al sur, e impide la entrada de inmigrantes de Guatemala, última frontera antes del deseado destino de los migrantes latinos, los Estados Unidos.
La estrategia de Trump de sobretasar con un 20% los productos mexicanos generó la reacción del presidente de México, Enrique Peña Nieto, que se negó a financiar el cierre de la frontera. Además del desgaste en la relación diplomática entre los dos países, el asunto se reflejó en el posicionamiento de otros países latinos sobre el tema de las migraciones e hizo que México redoblara las acciones respecto al vecino pobre.
Actuando como barrera de los desplazamientos rumbo al norte, el lado guatemalteco de la frontera es una franja de tierra de mil quilómetros de extensión. Por allí, viven comerciantes que van de una margen a otra, coyotes, prostitutas, cambistas, muchos de los cuales tuvieron intentos frustrados de dejar el país y se conformaron con vivir en los márgenes de la línea de tren conocida como “La Bestia”.
Hace unos tres años, México se embarcó en una campaña llamada “Plan Frontera Sur”, para fortalecer la vigilancia y dar más seguridad a los migrantes que intentan embarcar en ese tren, que recorre todo México desde el límite con Guatemala hasta los Estados Unidos.
Culmina allí un movimiento migratorio proveniente de diversos países latinos y motivado por la búsqueda de mejores condiciones de vida. Es gente que huye de la violencia sufrida en sus países de origen y busca oportunidades. Como ejemplo de estos movimientos, se pueden citar los desplazamientos entre Venezuela y Colombia o Brasil, además de Perú, Paraguay y Bolivia hacia Argentina.
Según publicó el sitio Infobae, la organización de derechos humanos Washington para Asuntos Latinoamericanos – Wola ya identificó 16 nuevas rutas para ir de América Central hasta la frontera de México con Texas: dos son marítimas y van en embarcaciones desde El Salvador y Guatemala hasta el litoral de Huatalco y Puerto Ángel, en Oaxaca (Sudeste), donde después los migrantes inician rutas por tierra que los llevan hasta Veracruz y otros estados para tomar los trenes.
Recientemente, la Red de Organizaciones Defensoras de Migrantes – Redodem entrevistó más de 30 mil migrantes acogidos en albergues e identificó que casi la mitad de los crímenes cometidos contra los inmigrantes en 2015 fueron cometidos por policías (41%). El resto fueron cometidos por el crimen organizado y la delincuencia común.
Fue identificado también que uno de los problemas generados por la violencia es el embarazo de las niñas, abusadas sexualmente. Guatemala registró, entre enero y junio, más de 36 mil embarazos con menos de 17 años de edad, según datos del Observatorio de Salud Reproductiva – Osar.
Así como en Guatemala, habitantes de Venezuela también han buscado alternativas para dejar el país en busca de mejores condiciones de vida. La crisis humanitaria instaurada en el país de Nicolás Maduro comprende escasez de medicamentos y alimentos, lo que ha provocado que centenares de venezolanos dejen el país y busquen refugio en Brasil, entrando por la frontera de Roraima. La información es del observatorio de derechos humanos Humans Rights Watch.
En suelo brasileño, algunos solicitan protección como refugiados, otros buscan trabajos temporales y otros buscan desesperadamente cuidados médicos. El flujo sin precedentes de venezolanos está presionando todavía más el ya sobrecargado sistema público de salud de Roraima.
Según la organización, más de 12 mil venezolanos ingresaron y permanecen en Brasil desde 2014. Muchos de ellos están viviendo en condiciones precarias en las calles y en un albergue en Boa Vista. A pesar de las condiciones difíciles, todos, de los más de 60 venezolanos entrevistados en febrero por la Human Rights Watch afirmaron estar mejor en Brasil que en Venezuela.
Inmigración de América Latina
La política de Trump salpicó también la estrategia argentina, donde el cerco a la inmigración fue una forma de combatir la criminalidad. Un decreto de enero de este año permite deportar extranjeros sin condena definitiva. El mensaje del gobierno de Mauricio Macri es que los inmigrantes están por detrás de la violencia del país.
El presidente llegó a declarar que “los recién llegados de países más pobres de América Latina traen el crimen”. Allí, los inmigrantes representan el 5% de la población, siendo la mayoría de ellos de Paraguay, Perú y Bolivia.
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Los muros de la discordia - Instituto Humanitas Unisinos - IHU