12 Abril 2016
“El documento 'Amoris Laetitia' es el resultado de una etapa, pero no el fin de un camino. También Francisco es parte de un proceso. Y, como el propio nombre lo sugiere, Francisco es un proyecto de Iglesia; y este proyecto exige de cada fiel ya sea laico o laica, sacerdote obispo, religioso o religiosa, una nueva actitud, un desprendimiento, un abandonarse en la misericordia de Dios y un arriesgar ‘osado’ en su gracia, evalúa el teólogo.
Foto: catedralviagens.com.br/amoris-laetitia |
A la invitación de IHU On-Line, Kuzma respondió en la tarde de este viernes algunas cuestiones, en las cuales presenta sus primeras reacciones a la lectura de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. El teólogo llama la atención sobre el billete de Francisco junto al documento, el cual invoca la protección de la Sagrada Familia. Según él, “la iluminación de la Sagrada Familia exige de nosotros cristianos un entendimiento mayor, porque esta familia no surge perfecta, no surge plena, sino vulnerables. Es en la vulnerabilidad de la familia de Nazaret que Dios pone su morada en una joven muchacha frágil embarazada fuera del casamiento, y un trabajador justo.
Para Kuzma, entre los puntos esenciales para comprender la Amoris Laetitia, se destacan “la realidad de las familias, que mismo siendo general, hace posible algunas percepciones; la cuestión del amor, muy bien desarrollada, casi como un tratado para la pareja y para la familia, un verdadero profundizar la teología del matrimonio en cuanto sacramento; y las cuestiones pastorales conflictivas, con destaque en el capítulo VIII”.
Agrega que “de acuerdo a lo esperado el documento tiene límites, pero debe ser visto como un proceso aún no concluido”. En relación a la comprensión de la realidad de la familia, Kuzma puntualiza que “la multiplicidad de las formas parece haber quedado un poco afuera” del discurso de Francisco. La reflexión sobre el amor por su parte, aun siendo otro “punto clave de la Exhortación”, se describe en un nivel que puede ser considerado utópico, o que justifica la descripción de la búsqueda, del caminar que el documento propone”. Sin embargo, menciona que “hay un límite humano en el amar: somos débiles, nos equivocamos, caemos, no logramos ver el todo”.
Acerca de las cuestiones pastorales, el teólogo destaca que “Francisco apuesta al discernimiento de la comunidad, en el foro personal e íntimo (en la conciencia) y en la vigencia de los pastores. Pero y entonces? Eso será acogido? De qué forma?” Y continúa: “Sería más cómoda una decisión más directa, pero por alguna razón él optó por no hacerla y trajo lo que ya se proyectaba en el Informe Final”.
Además recuerda que el capítulo VIII recupera 3 palabras que surgieron al final del Sínodo, tanto en el discurso del Papa como en el Informe Final: “acompañar”, “discernir” e “integrar”. A través de ellas - concluye – “el papa sugiere una mirada más a la persona que a la ley. (...) La respuesta es más profunda y Francisco quiere salir de lo normativo, quiere incentivar en la iglesia una actitud de atención, cuidado y misericordia”.
César Kuzma es profesor e investigador de Teología en la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro - PUC-Rio, donde cursó el doctorado en Teología. Es teólogo laico, casado y padre de dos hijos.
La entrevista es de Patricia Fachin | Traducción de Susana Rocca.
Lea algunos pasajes de la entrevista.
IHU On-Line - Después de la realización de dos Sínodos de Obispos sobre la Familia, cuál era la expectativa acerca de la publicación Amoris Laetitia en relación a los principales temas que fueron discutidos durante el Sínodo?
Foto: youtube.com
Cesar Kuzma - Bueno, es necesario decir ante todo que los dos Sínodos que presidieron y que dieron como resultado esta publicación (2014 y 2015), fueron los Sínodos más discutidos y más comentados de la historia de la Iglesia reciente. Es fácil encontrar los encantos y esperanzas que fueron suscitados en varios lugares, pero también las innúmeras tensiones que las “supuestas perspectivas pastorales crearon en las comunidades entre teólogos y obispos, y alrededor del propio papa, inclusive con pronunciamientos contrarios (y publicaciones) de personas muy próximas a él, que fueron lanzados intencionalmente en las vísperas de cada Sínodo. Estos son los hechos que deben ser considerados, porque frente a todo esto, se observa la actitud de Francisco, siempre discerniendo, sabiendo escuchar y hablar de manera correcta y en el momento oportuno. Este cuidado pastoral y al mismo tiempo el coraje de una respuesta nueva se vislumbraron en las Asambleas Sinodales y se observan también en el nuevo documento.
A mi modo de ver, esa proximidad con las discusiones tiene varias razones: la primera de ellas y la más obvia es la facilidad con que se multiplican las informaciones dentro de nuestra cultura actual, y que nos llegan rápidamente de acuerdo con la interpretación del medio o del agente que la transmite, pudiendo ser fiel o no, constructiva o no. También está el hecho de haber habido dos consultas públicas, y dos cuestionarios que fueron enviados a toda la Iglesia, que llegaron y fueron fructuosos en varios lugares, pero que también no llegaron por razones diversas en otros. Esta es una primera impresión.
Francisco y la Iglesia
Sin embargo, otros factores favorecen esta discusión y creo que es más importante considerarlos:
1) la persona y la propuesta eclesial de Francisco, que desde el momento de su elección y desde sus primeras actitudes y discursos ofreció a la Iglesia la posibilidad de un “nuevo tiempo”, una primavera, como se llamó. Es preciso reconocer aquí que Francisco, como ningún otro en este tiempo moderno, está en la rueda de conversaciones y discusiones que tocan asuntos de Iglesia y más allá de ella, tanto de personas de Iglesia como de personas de fuera;
2) después al celebrar los 50 años del Concilio Vaticano II, que por primera vez hizo que la Iglesia revisitara algunos elementos esenciales de su comprensión eclesiológica y su misionaridad, y que tal vez con Francisco por todo aquello que implica tuvieran más fuerza. Un ejemplo de esto es el rescate de la sinodalidad, la colegialidad eclesial, la libertad de hablar y de caminar más allá de una visión monolítica de la Iglesia (y de la teología), el desprendimiento y la apertura a nuevas realidades, la propuesta de una iglesia en salida y que no tenga miedo de enfrentar y de “embarrarse” con los desafíos que nos llegan, siempre en actitud de diálogo, en pastoreo, aspectos característicos del Concilio Vaticano II;
3) El tema en sí. Hablar de familia en la actual sociedad es hablar de un tema bastante querido y conflictivo, con muchas atenuaciones y percepciones. Sin embargo, Francisco entendió que el tema era necesario y urgente, porque nuevas situaciones merecían nuevas posturas y nuevas respuestas, no tanto doctrinarias sino pastorales;
4) la propuesta de la misericordia que sabiamente él pone como Año Jubilar e invita a toda la Iglesia a esta reflexión. Si miramos atentamente a sus catequesis, a muchos de sus pronunciamientos y mismo a las intervenciones de las Asambleas de los Sínodos, se nota que el tema de la misericordia - que surge como algo fundamental para la Iglesia (pues Dios es misericordia, él afirma!) - siempre fue evocado.
Misericordia: la llave para leer la Amoris Laetitia
Y, pienso yo, que la misericordia es una llave para leer la Exhortación Amoris Laetitia, porque es la manera como Dios expresa su amor y es de esta forma que él nos invita a su seguimiento, teniendo en nosotros el mismo sentimiento (cf. Fl 2,5). Aun sabiendo que su recepción tendrá limitaciones, porque mismo trayendo y exaltando profundas verdades de fe bien desarrolladas, - es bueno que se diga -, éstas son leídas y entendidas en el actual contexto y siempre hay un límite. Es así como termina la Exhortación, reconociéndolas pero invitando a la familia y a la Iglesia a caminar en la esperanza.
IHU On-Line – Cuál tiende a ser el impacto de la Amoris Laetitia en la iglesia y en el pontificado de Francisco de ahora en adelante?
Cesar Kuzma - La Amoris Laetitia refuerza el tema de la alegría del Evangelio en toda la Iglesia y ahora, de modo especial en la intimidad de la familia, que como Iglesia doméstica es llamada al anuncio y a esta nueva experiencia en el amor. Francisco tiene un modo pastoral de conducir a la Iglesia, él no quiere estar por encima, ni al frente, ni al lado, y motiva a la Iglesia a esta misma actitud: estar uno al lado del otro, porque el camino de fe es un camino que se recorre junto, comunitariamente, siendo la fuerza y la esperanza del otro, para el otro. El trata de traer esto para el documento y en muchas de sus líneas logra provocar esta reacción, cuando habla sobre la madre, sobre los padres, cuando hace la comparación con la casa, una casa donde se realiza la experiencia de Dios.
Observe que él parte de una experiencia propia y que él ofrece a la iglesia, también en este documento. Francisco no tiene la preocupación de responder a todo, hay límites en el documento, como también hay límites en su pontificado. Otras lecturas más críticas y más enfocadas en partes específicas van a profundizar estos datos. Sin embargo, eso es parte de la naturaleza humana de la Iglesia, que es peregrina. Pero él responde hábilmente lo que le llega, llenando con docilidad la experiencia del Reino que es siempre vida y libertad, camino y prontitud en una fe que exige apertura.
Resultado de una etapa
El documento es el resultado de una etapa, pero no el fin de un camino. También Francisco es parte de un proceso. Y como el mismo nombre sugiere, Francisco es un proyecto de Iglesia; y este proyecto exige de cada fiel, ya sea laico o laica, sacerdote obispo, religioso o religiosa, una actitud, un desprendimiento, un abandonarse en la misericordia de Dios y un arriesgarse “osado” en su gracia.
Repito aquí lo que él dijo en Aparecida, durante la JMJ: precisamos dejarnos sorprender por Dios. Trayendo eso al texto, lo que se quiso decir sobre la familia y sobre el amor, es en la familia y en la entrega de uno al otro que este amor se da y se hace pleno. Es en nuestra manera de ser padre, madre e hijo, en cada lugar, en cada tiempo, en la esperanza de una Iglesia y de familias (¡que son iglesias!), que caminan y se arriesgan a “embarrarse” en los caminos de la vida. El amor es un don recibido, lo que necesitamos hacer es acoger y decidir amar, aprendiendo y enseñando los gestos del amor.
El documento exige una decisión, así como su pontificado.
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Misericordia y amor. 'Amoris Laetitia' como punto de partida y no solamente de llegada. Entrevista con Cesar Kuzma (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU