06 Julho 2017
El Papa ayudó a Alfredo Luis Somoza hace 38 años durante la dictadura, el pasado 30 de junio lo saludó al margen de la audiencia al IILa: «¿Quién lo habría dicho que nos habríamos vuelto a encontrar aquí?»
La entrevista es de Iacopo Scaramuzzi, publicado por Vatican Insider, 05-07-2017.
Hoy periodista y presidente del Instituto de Cooperación Económica Internacional (ICEI), cuando era un joven estudiante perseguido por la dictadura argentina del general Jorge Rafael Videla logró huir a Italia gracias a la ayuda de Jorge Mario Bergoglio, que en ese entonces era el provincial de los jesuitas argentinos. Lo narró Nello Scavo en el libro “La lista de Bergoglio”. Ahora, a 38 años de distancia, Alfredo Luis Somoza se reunió nuevamente con el «padre Bergoglio», en ocasión de la audiencia que el Papa concedió al Instituto Italo-Latinoamericano (IILa), y en esta entrevista recuerda los «tiempos oscuros» de la guerra sucia en Argentina, analiza el papel de «gran reparador de errores cometidos en el pasado» que el Pontífice argentino está desempeñando en estos años y describe el encuentro con el Papa y su frase: «¿Quién lo habría dicho que nos habríamos vuelto a encontrar aquí?».
¿Cómo y por qué conoció a Jorge Mario Bergoglio?
En la época de la dictadura yo era estudiante en la Universidad del Salvador de Buenos Aires, que había sido cedida desde el punto de vista de la administración a los laicos, pero seguía siendo la universidad de la Compañía de Jesús. El padre Bergoglio era el Provincial y como tal se interesaba por la institución, y en varias ocasiones tuvimos la oportunidad de escuchar sus consejos. Él sabía mucho de nosotros y sobre lo que estaba pasando en Argentina, y siempre aconsejaba que abriéramos los ojos, que no cediéramos a la propaganda y que no nos expusiéramos. Después supimos (algunos como yo directamente y otros sucesivamente) que el padre Bergoglio trabajaba activamente para poner al seguro, ofreciendo refugio y facilitando salir del país, a esas personas que arriesgaban la vida por sus actividades en ámbito social cuando esto se comparaba con el terrorismo. En mi caso, los problemas se relacionaban con mi actividad juvenil como periodista cultural para una revista que imprimíamos y distribuíamos a mano. En mi salida clandestina de Argentina tuve el apoyo de esta red también en Brasil, desde donde partí hacia Génova. En Italia obtuve el estatus de refugiado político concedido por las Naciones Unidas y, después de pocos años, la ciudadanía italiana “Ius sanguinis” por vía materna.
Después de 38 años, ¿qué se dijeron cuando, el pasado viernes 30 de junio, se encontraron de nuevo?
Cuando fue elegido como Pontífice estaba saliendo mi libro “Más allá de la crisis”, que logré frenar en la imprenta para añadir un último capítulo, “El primer Papa de la era BRICS”, dedicado al nuevo Pontífice. Se lo envié al Papa Francisco, que me respondió con una bella carta de bendición. Finalmente el viernes pasado tuve la oportunidad de poder agradecerle personalmente durante la audiencia por los 50 años del Instituto para las relaciones entre Italia y América Latina. Fue un encuentro fugaz, miradas que se reconocían después de tantos años y que volvían atrás a los tiempos oscuros. Pero Francisco, con su gran sonrisa, encontró la frase precisa, y, hay que decirlo, muy argentina, al saludarme con un: “¿Quién lo habría dicho que nos habríamos vuelto a encontrar aquí?”.
¿Cómo era la Iglesia argentina en la época de la dictadura militar? ¿Qué papel tuvieron en esa época Jorge Mario Bergoglio y la Compañía de Jesús?
Se han escrito varios libro sobre el papel de la Iglesia durante la dictadura de Videla. Fue una experiencia traumática que produjo mártires asesinados por su testimonio, como el obispo Angelelli, pero también páginas vergonzosas de convivencia con los generales y con los torturadores. La Compañía de Jesús no tuvo un papel protagónico, sino que eligió un bajo perfil. Querían salvaguardar la autonomía en materia intelectual y educativa, y si hubieran cedido a la radicalización seguramente la habrían visto esfumarse.
Bergoglio estaba preocupado por la gestión de la gran responsabilidad que tenía como el Provincial más joven de todos los tiempos, pero también estaba comprometido en la defensa de la vida humana. La reciente película “Llámenme Francisco” reconstruye con fidelidad los claroscuros de los jesuitas durante ese periodo.
¿Qué le parece el papel que está teniendo la Iglesia argentina ahora que se ha abierto un nuevo capítulo sobre esa época, en particular con la decisión, compartida por la Conferencia Episcopal argentina y por la Santa Sede, de abrir los documentos presentes en los archivos eclesiales a las víctimas y a los familiares directos de los desaparecidos?
Creo que finalmente se ha hecho lo que se debía. No es suficiente el “mea culpa” que Francisco, como arzobispo de Buenos Aires, hizo que hiciera la Conferencia Episcopal; se necesitan otros actos concretos que puedan ayudar a aclarar una verdad incómoda, pero que se le debe a los parientes de las víctimas de la dictadura. Por muchas cuestiones latinoamericanas, como el perdón a los ministros-sacerdotes de Nicaragua, la beatificación de monseñor Romero y otras, Francisco ha sido un gran “reparador” de errores cometidos en el pasado y que tuvieron como consecuencia el alejamiento de muchos fieles de la Iglesia. La Iglesia de Francisco está en línea con el Concilio Vaticano II, la única vía para volver a ser “popular”.
Algunos países latinoamericanos, dijo el Papa durante la audiencia al IILa en la que usted participó, «están pasando momentos difíciles a nivel político, social y económico». ¿Qué le parece el papel que pueden tener al respecto el Papa y la diplomacia de la Santa Sede en escenarios como el de Venezuela, Brasil o Colombia?
En Colombia el impulso de Francisco fue decisivo en la fase final de los acuerdos que iban procediendo desde que comenzó su Pontificado. En Venezuela (la verdadera espina que le provoca dolores al Papa en estos momentos) Francisco desplegó a una personalidad de relieve, el cardenal Pietro Parolin, que fue nuncio apostólico en Caracas y ahora es Secretario de Estado vaticano, para tratar de hacer que se sentaran a una mesa el gobierno y la oposición con el objetivo de encontrar una convivencia pacífica hasta las elecciones presidenciales de 2018. Desgraciadamente esta propuesta de mediación no fue aceptada por ambas partes, porque querría decir reconocerse recíprocamente. Pero, ¿cuál es la alternativa para Venezuela, sacudida por la crisis económica y social? La guerra civil, desgraciadamente. Esperemos que el llamado de Francisco encuentre orejas atentas en las próximas semanas. En relación con Brasil no estoy al tanto de ninguna atención directa del Vaticano, pero es innegable que está en los pensamientos del Papa, puesto que se trata del país con más católicos del mundo.
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Huyó de Argentina con su ayuda y ahora se ha vuelto a encontrar con Bergoglio - Instituto Humanitas Unisinos - IHU