02 Agosto 2016
Era una de tantas noches de abril de 2015 en el Complexo do Alemão, una de las mayores conglomeraciones de favelas de Río de Janeiro.
El reportaje es de Josefina Salomon, publicado por Amnistía Internacional, 27-07-2016.
Sentado a la puerta de su casa, Eduardo, de 10 años, jugaba con su teléfono. Esperaba impaciente el regreso de su hermana para jugar con ella mientras su madre preparaba la cena. Era lo que hacían todos los días.
Pero de pronto, la normalidad cotidiana acabó.
Un estampido.
Un grito de dolor pidiendo ayuda: “¡mamá!”.
La madre de Eduardo, Terezinha Maria de Jesus, salió precipitadamente de la casa y vio lo que ninguna madre debería ver jamás.
En el suelo yacía el cuerpo sin vida de Eduardo. A su alrededor había un grupo de agentes de la policía militar.
Terezinha afirma que uno de ellos dijo que Eduardo era el hijo de un criminal y que le advirtió de que podía matarla a ella tan fácilmente como había matado al niño.
A los pocos minutos se había congregado ya una multitud. Algunas personas impedían que los agentes hicieran algún daño a Terezinha, y otras los vigilaban para que no pusieran ningún arma junto al cadáver con objeto de alterar la escena y ocultar que habían disparado contra un niño desarmado. Varias personas sacaron instintivamente sus teléfonos. Sabían que la mejor respuesta era grabarlo todo.
“Tuvimos que subirnos a los tejados para grabar desde un buen ángulo”, explica Raull Santiago, joven de 27 años, residente en la favela. “La gente tenía que enterarse”.
Los vídeos resultaron ser la prueba clave en una de las pocas investigaciones llevadas a cabo sobre lo que parece que fue un homicidio deliberado y arbitrario, cometido por la policía en una favela.
En noviembre de 2015, la División de Homicidios, unidad especializada de investigación de la policía, reconoció que la bala que había matado a Eduardo había sido disparada por un agente de la policía militar, pero afirmó que había sido en legítima defensa. La explicación era tan insostenible que el fiscal acusó formalmente de homicidio a un agente. La causa contra el agente sigue abierta.
“Hizo falta un teléfono para que la gente pudiera mostrar lo que tanto tiempo llevaba diciendo”, afirma Raull. “Antes sólo lo decían, pero ahora te muestran lo que ven”.
Raull forma parte de una generación de jóvenes brasileños que aprovechan la tecnología para informar del escandaloso índice de homicidios del país y de las numerosas violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad.
La juventud utiliza las redes sociales para comunicarse cuando se oyen disparos o cuando una determinada zona de la favela está “demasiado caliente” para pasar por allí, de manera que la gente pueda buscar otros caminos menos peligrosos. Graba los abusos policiales para tener pruebas que puedan utilizarse en las investigaciones oficiales, pruebas que sólo quienes viven en las favelas pueden reunir. En sus manos, un teléfono inteligente puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, la justicia y la impunidad.
Y nunca ha sido tan necesario marcarla. Como ciudad que figura entra las más mortales del mundo, Río ha sido escenario de miles de homicidios cometidos por la policía desde que le concedieron los Juegos Olímpicos en 2009, y especialmente desde 2014, como han documentado Amnistía Internacional y otras organizaciones de la sociedad civil.
En la ciudad de Río de Janeiro, uno de cada cinco homicidios cometidos en 2015 fue obra de policías de servicio. Según el Instituto de Seguridad Pública (Instituto de Segurança Pública), que es una institución oficial, sólo en mayo de 2016 agentes de policía de servicio mataron en la ciudad a 40 personas, lo que supuso un aumento del 135 % con respecto al mismo periodo de 2015.
Mientras tanto, en el Estado de Río de Janeiro, los homicidios ocurridos en 2014 como consecuencia de operaciones de la policía experimentaron un impresionante aumento del 40 % en comparación con el año anterior. Aumentaron un 11 % más en 2015, cuando la policía mató en el estado a 645 personas.
En Brasil, los habitantes de las favelas suelen verse atrapados en medio de enfrentamientos entre delincuentes violentos y agentes de policía que hacen uso excesivo e innecesario de la fuerza con casi total impunidad.
Una revolución en pantalla
En la zona norte de la ciudad, el acceso a las colinas de Complexo do Alemão se hace por medio de un impresionante viaje en funicular. Desde lo alto, el grupo de coloridas favelas parece pacífico. Al poner los pies en el suelo, la cosa es muy distinta.
Las muertes violentas son tan habituales en estas callejuelas, que a menudo los medios de comunicación tradicionales no informan de ellas.
Raull, nacido y criado en Alemão, creció en medio de la violencia, y en la adolescencia había visto ya más muertes de las que la mayoría de la gente ve en toda su vida. A los 20 años estaba harto de ver desmoronarse su comunidad, así que decidió hacer algo para evitarlo. Reunió a ocho amigos y, equipados con teléfonos móviles y un ordenador, crearon Papo Reto (“Hablando claro”), medio de comunicación independiente “de la comunidad y para la comunidad”.
“Queríamos mostrar lo que pasa aquí, lo malo y todo lo bueno”, explica Raull. “Queríamos mostrar lo que vemos nosotros, no lo que ven los grandes periódicos. Así es como luchamos por la justicia”.
Los vecinos no tardaron en empezar a mandar vídeos y imágenes de su vida cotidiana, donde avisaban de disparos e informaban de operaciones policiales, así como de los diversos problemas de infraestructura de las favelas. Raull y sus compañeros comprobaban la información antes de compartirla en plataformas como Facebook, Twitter y WhatsApp.
Mientras caminábamos por Alemão, Raull parece entusiasmado. Los habitantes de la favela lo reconocen, lo saludan y le cuentan cosas. Su teléfono se enciende constantemente, con avisos de noticias y sucesos que ocurren en las calles de las favelas.
Esta red virtual sirve para mantener a los habitantes de las favelas informados. Es un manto invisible que tiene por objeto protegerlos de la violencia que ha diezmado a comunidades de todo el país y arruinado las esperanzas de generaciones
Y ahora que se acercan rápidamente los Juegos Olímpicos, los habitantes de Alemão se preparan para lo peor.
“Temo que las fuerzas de seguridad intensifiquen sus operaciones en las favelas”, afirma Raull. “Las autoridades se han centrado en las operaciones policiales aquí, cuando la solución está en dar oportunidades a la gente joven, trabajo, educación y seguridad verdadera. Eso es lo que se debería hacer.”
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Combatiendo la injusticia con teléfonos inteligentes en el Río Olímpico (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU