11 Outubro 2016
Al Secretario General de la ONU Ban-ki Moon
Al Presidente del Consejo de Seguridad y demás Estados integrantes
A los gobiernos de los Estados que contribuyen tropas a la MINUSTAH
A la comunidad internacional y la opinión pública en general
El huracán Matthew acaba de asolar a Haití, provocando la pérdida de vidas e inmensos daños que impactarán para largos años en los derechos humanos de una población que aún enfrenta grandes desafíos para superar el desastroso terremoto de enero de 2010. ¡Más de 55.000 haitianas y haitianos buscaban resguardarse de los poderosos vientos y el aguacero todavía desde carpas y refugios provisorios!
La carta fue publicada por Jubileo Sur / Américas, octubre 2016.
Pedimos que colaboren activamente con el gobierno, las instituciones y organizaciones populares haitianas, para posibilitar la ayuda de urgencia necesaria.
Pero más que eso, pedimos que este nuevo desastre, no tan “natural” como a veces se quiere hacer pensar, sirva para cambiar radicalmente el trato y las prioridades que la comunidad internacional ha venido marcando con Haití, sobre todo a partir de la instalación de la Minustah en 2004.
Este digno pueblo no constituye una amenaza para la seguridad hemisférica, como el Consejo de Seguridad afirma cada año para renovar su injerencia. Haití no necesita la presencia de tropas extranjeras ni tutela internacional. Lo que necesita es el respeto de sus derechos fundamentales de soberanía y autodeterminación, el pago de las deudas históricas, sociales y ecológicas que siguen acumulándose con el país y su pueblo, y la reparación de los crímenes perpetrados en su contra.
Es hora que la ONU, la comunidad internacional, reconozcan el fracaso de sus estrategias y pongan fin a una intervención que, después de 12 años, no solo ha malogrado los objetivos oficialmente planteados sino que en muchos sentidos ha contribuido alevosamente a empeorar la situación. Entre otras, la coyuntura electoral actual pone de manifiesto las consecuencias nefastas de la manipulación extranjera tolerada, cuando menos, por la Minustah. Quién quiere puede oír el grito desahuciado de las mujeres y hombres de todas las edades, víctimas de las violaciones y el abuso sexual, la represión y muerte perpetradas directamente por la Minustah, así como también víctimas de los desplazamientos, contaminación, saqueo y explotación provocados por el modelo económico que su tutela busca acrecentar. Y como si eso fuese poco, la criminal introducción del cólera seguido por seis años de negación e impunidad de parte de quienes se plantean los defensores de los derechos humanos.
Este año, la misma ONU que aprueba un presupuesto de USD 346 millones para mantener en Haití a una fuerza multilateral de ocupación, confiesa que apenas logra juntar promesas de USD 8 millones para contribuir a asegurar el derecho humano de la población de acceso a agua potable y saneamiento.
¡Basta! Es hora que la ONU encamine una redefinición completa de las relaciones con Haití sobre la base del respeto, la defensa y la promoción integral de su soberanía y autodeterminación, la vida y el bienestar de su población y la convivencia solidaria entre todos los pueblos y países. En ese sentido, hacemos nuestras las demandas de muchas organizaciones y movimientos populares haitianos y reclamamos que:
1. Retiren ya a todo el personal militar extranjero de Haití;
2. Dejen de calificar a Haití como una amenaza a la seguridad hemisférica y empiecen a reconocer y respetar la dignidad y capacidad de su pueblo;
3. Rechacen toda renovación de la Minustah así como cualquier forma de ocupación o tutela sobre Haití;
4. Reconozcan la responsabilidad jurídica de la ONU y los países participantes por las violaciones a los derechos humanos cometidas en el marco de la Minustah, incluyendo en particular la introducción del cólera, sancionando a los responsables y formando una comisión especial para asegurar la indemnización y reparación de las víctimas y/o sus familias;
5. Redirijan el presupuesto ahora asignado a la Minustah al apoyo necesario para erradicar el cólera y garantizar el derecho humano al agua potable y saneamiento.
Hace más de docientos años, el pueblo de Haití supo poner fin a la esclavitud y el control colonial y universalizar de verdad los derechos humanos. Supo además compartir con generosidad su libertad, apoyando las luchas emancipatorias de los demás pueblos de América latina y el Caribe. Es hora que el conjunto de la comunidad internacional deje de servir a los intereses de control y provecho de unos pocos poderes y le retribuya al pueblo haitiano con una mano realmente fraterna y solidaria.
FECHAR
Comunique à redação erros de português, de informação ou técnicos encontrados nesta página:
Carta Solidaridad Haití / Una vez más fuera las tropas de la Minustah - Instituto Humanitas Unisinos - IHU