12 Agosto 2016
Fuente: http://despiertaalfuturo.blogspot.com.br/ |
“Jesús no precisa robar a Dios su fuego, Ellos comparten el mismo fuego, el Espíritu de Amor, pasión liberadora y generadora de vida”.
El comentario del Evangelio, correspondiente al 20º Domingo del Tiempo Común (14-08-2016), es elaborado por Maria Cristina Giani, Misionera de Cristo Resucitado.
Evangelio de Lucas 12,49-53
Vine a traer fuego a la tierra, y, ¡qué más quiero si ya ha prendido! Tengo que pasar por un bautismo, y, ¡cómo me apuro hasta que se realice! ¿Pensáis que vine a traer paz a la tierra? No paz, os digo, sino la división. En adelante en una familia de cinco habrá división: tres contra dos, dos contra tres. Se opondrán padre a hijo e hijo a padre,madre a hija e hija a madre, suegra a nuera y nuera a suegra.
La lectura del primer versículo del evangelio de hoy me trajo a la memoria el fuego encendido en la piria olímpica en estos juegos olímpicos que estamos viviendo.
Cuánta expectativa se tenía por la llegada de ese momento, quien llevaría la antorcha olímpica hasta el final? Cómo sería encendida la piria? Cómo seria el escenario dela misma?...Y fue sin duda uno de los momentos más bonitos de la ceremonia cuando la pequeña antorcha enciende la piria y un sol de fuego y luz parece adueñarse del espacio y corazón de todos los presentes.
Volviendo al evangelio escuchamos las palavras de Jesús: “Vine a traer fuego a la tierra, y, ¡qué más quiero si ya ha prendido!”
Cabe la pregunta, a qué fuego Jesús se refiere? Sabemos que en la antigüedad el fuego tenía un sentido sagrado. El significado del fuego olímpico por ejemplo, es tomado de la mitología griega, la cual afirma que le fuego fue robado de Zeus (dios de los dioses), por Prometeo, conocido como el defensor de los derechos de la humanidad y se lo entrega a los mortales.
Jesús no precisa robar a Dios su fuego, Ellos comparten el mismo fuego, el Espíritu de Amor, pasión liberadora y generadora de vida.
Este es el fuego por el cual el Hijo del Hombre vino a este mundo y con el cual quiere encenderlo desde dentro, desde sus entrañas.
Para que esto suceda, el evangelista afirma que Jesús debe recibir un nuevo bautismo y pone en los labios de Jesús cuánto el desea que eso suceda: “¡qué más quiero si ya ha prendido!”
Lucas utiliza una frase similar en el capítulo 22: Cuánto he deseado comer con ustedes esta pascua! (15), la cual nos auxilia para comprender de qué bautismo Jesús está hablando.
Va a ser en su Pascua, en la cruz y resurrección que Jesús nos entrega su fuego, su Espíritu para que la humanidad pueda renacer como hija de Dios: “Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar Abba, Padre” (Rm 8,15).
Esto es lo que celebramos en nuestro bautismo sacramental. Pidamos a Jesús que nos renueve en esta gracia, para vivirla con consciencia, agradecimiento y responsabilidad y asi continuar “pasando” la antorcha del Espíritu que habita en nosotros.
Recemos juntos:
Bautízame, Jesús
Bautízame, Jesús con el sol y la brisa de tu gracia cotidiana,
discreta creación bajando por mi frente.
Sumerge mi cuerpo en la bondad del pueblo
que corre por el cauce de sus caminos hondos,
abiertos con sus pies de trabajo y encuentro.
Vísteme de blanco al emerger de las aguas contenido el aliento
y acógeme en tu pecho con el abrazo comunitario de mil brazos abiertos.
Disuelve un grano de sal en mi paladar,
para que la vida nueva se conserve entera
con los sabores fuerte del evangelio.
Úngeme la frente con tu cruz de sufrimiento
y úngeme el pecho con el dolor del pueblo.
Cargaré hasta el calvario la cruz de tu misterio.
Que se alegre el cosmos en el sonido natural del metal y la madera,
y que canten las gargantas hoy, día primero de la nueva creación.
Benjamin Gonzalez Buelta, sj
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Un nuevo bautismo - Instituto Humanitas Unisinos - IHU