17 Mai 2016
Cuando los relojes marcaron las 18:58 (hora local) el 16 de abril, en Ecuador se sobrevino lo inesperado, como si hubiera llegado el fin del mundo con el remezón de la tierra del que todavía hoy, hace un mes exactamente este lunes, están a la vista las evidencias.
El reportaje es publicado por Agencia Pública de Noticias del Ecuador y Suramérica - ANDES, 16-05-2016
Era sábado y en la costa ya había concluido la jornada laboral para unos, otros se preparaban para un paseo o pernoctaban en sus viviendas o en centros comerciales, cuando de repente todo empezó a temblar y los segundos se tornaron una eternidad.
Lo que no pocos presumieron que sería un sismo de menor intensidad, como había sido la costumbre, se convirtió en un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter que movió todo lo que pudo a su paso, provocó el colapso, abrió calles, derrumbó paredes y cegó vidas.
El evento telúrico fue perceptible en buena parte del país, lo que hizo sospechar en apenas segundos que algún punto de la geografía ecuatoriana estaba siendo impactado con la furia tremebunda de la naturaleza, de lo cual se tuvo certeza una vez que la tierra dejó de moverse.
Esta vez causó estragos y devastó la zona de la costa ecuatoriana, causando la muerte a 660 personas y heridas a unas 4.600, además de daños materiales cuantiosos, fundamentalmente en las provincias de Manabí y Esmeraldas, con costas al Pacífico.
Tras las lágrimas y el desasosiego de los primeros momentos, llegó un mar de solidaridad de los propios ecuatorianos y desde países vecinos y amigos, lo que ayudó a superar la desolación entre quienes sufrieron la partida de familiares, conocidos y amigos, o vieron caer en pedazos sus viviendas y lo perdieron todo o casi todo en un abrir y cerrar de ojos.
El presidente Rafael Correa, quien se encontraba en El Vaticano al momento del suceso, declaró el estado de excepción en el país y el estado de emergencia en las provincias de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos, Santa Elena, Guayas y El Oro, por los efectos adversos de este desastre y se trasladó de inmediato al país, cuyas zonas impactadas recorrió durante varias semanas, liderando las distintas fases post-desastre.
En las horas subsiguientes también comenzaron a llegar mensajes de solidaridad con Ecuador desde diversos puntos de la geografía mundial y hasta la zona de desastre arribaron desde la región los presidentes Juan Manuel Santos (Colombia); Evo Morales (Bolivia) y Ollanta Humala (Perú), quienes viajaron acompañando cargamentos de ayuda humanitaria y manifestaron el apoyo de sus respectivos gobiernos en estos momentos aciagos.
Un mes después del azote del peor movimiento telúrico registrado en el país en 67 años, nada volvió a ser igual para los habitantes de la zona de desastre, que vieron trastocado el paisaje de sus ciudades de la noche a la mañana; tampoco lo fue para el resto de los ecuatorianos, quienes ahora tendrán como brújula un plan de reconstrucción gubernamental que apunta a la recuperación en el menor tiempo posible.
Un plan de reconstrucción de la vida socioeconómica en la costa
Tras el rescate de cuerpos sin vida y de 113 sobrevivientes a cargo de unos 1.000 rescatistas nacionales y de una veintena de países, y la atención médica de urgencia a las víctimas, comenzó a fluir la ayuda humanitaria, con aguas y víveres, fundamentalmente, en la primera fase; posteriormente llegaron las carpas para los albergues temporales con el concurso de organismos internacionales y países solidarios.
La contingencia, que movilizó a los ecuatorianos –y también allende los mares- motivó la declaratoria por parte de la Asamblea Nacional de Ecuador del 16 de abril como el ‘Día de la Solidaridad’, al tiempo que el gobierno recibió el reconocimiento de organismos internacionales por la rapidez con que se actuó desde la institucionalidad para afrontar la catástrofe.
La creación de un Comité de Reconstrucción y Recuperación Económica, encabezado por el vicepresidente Jorge Glas, permitirá canalizar los recursos y establecer los mecanismos pertinentes que permitan levantar las ciudades asoladas para que la vida fluya, como antes, o mejor.
Ahora, ha dicho el canciller, Guillaume Long, "pasó ya el momento de la emergencia; estamos en un momento de buscar soluciones semipermanentes para los damnificados y empezando ya en planificar toda la reconstrucción que tomará meses, por no decir años”.
El gobierno de Ecuador anunció un plan de incentivos socioeconómicos que permitirán a las familias damnificadas ser acogidas en viviendas y paralelamente promover la construcción de casas y complejos habitacionales sismorresistentes en zonas seguras.
Glas informó que estos planes, que cuentan con el debido financiamiento, tendrán énfasis en las provincias costeras de Manabí, Esmeraldas y Santo Domingo de los Tsáchilas y beneficiarán inmediatamente a más de 7.000 familias inscritas en el Registro Único de Damnificados.
El primer componente social de este programa es para las familias que se encuentran actualmente en albergues, a fin de que se puedan trasladar a casas, cuyos propietarios les brinden acogida y los que recibirán un monto de 150 dólares, del total 135 serán como arrendamiento y los otros 15 dólares para el pago de servicios básicos, durante seis meses. Mientras la familia acogida recibirá 100 dólares como bono de alimentación por tres meses, financiado por el Programa Mundial de Alimentación.
El otro componente de estas medidas se relaciona con el aporte económico estatal para la construcción, reconstrucción y financiamiento para viviendas de interés social y para familias con capacidad económica de adquirir casas de hasta 70.000 dólares.
Uno de los elementos de este programa es la construcción de viviendas de 10.000 dólares financiados por el gobierno, pero a partir del año de la entrega de la casa los beneficiarios pagarán una contribución de 15 dólares mensuales por el equivalente al 10% del valor de la casa.
Otro punto considerado es la edificación de viviendas por un valor de 10.000 dólares en zonas rurales, cuyas familias hayan perdido su casa. También los beneficiarios pagarán una contribución similar al caso anterior con un período de gracia de 12 meses.
Por su parte, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda extenderá un bono de 4.000 dólares para efectos de reconstrucción de casas que no hayan sufrido daños estructurales con una contribución del 10% de ese monto. Adicionalmente para las personas que tengan mayor capacidad económica se le dará un incentivo de 9.000 dólares para que adquieran una casa cuyo costo no supere los 70.000 dólares.
La aprobación en la Asamblea Nacional de la Ley de Solidaridad con los afectados por el evento natural también se inscribe en el accionar para ayudar a paliar la situación, la que establece el incremento del 2% al Impuesto al Valor Agregado (IVA) con lo que se prevé recaudar más de 1.000 millones de dólares.
Además, dicha ley señala que las personas naturales que al 1 de enero de 2016 posean un patrimonio individual igual o mayor a un millón de dólares, pagarán la contribución del 0,90%. Si estos se encuentran domiciliados en paraísos fiscales, harán por una sola vez una contribución solidaria del 1.8% del avalúo catastral del año 2016.
En el proyecto también se establece que las sociedades que realicen actividades económicas y que paguen Impuesto a la Renta pagarán una contribución del 3% a sus utilidades que se calculará teniendo como referencia la base imponible de 2015, y se contempla la exoneración de impuesto a la renta de hasta 10 años en el caso de reconstrucción de la zona turísticas afectadas por el terremoto.
Las ciudades asoladas por el potente evento telúrico han comenzado a levantarse y los comerciantes buscan espacios alternativos para establecerse, mientras la recuperación comienza a ser un hecho, sin embargo, las poblaciones afectadas merecerán la ayuda sostenida en el tiempo para superar estos momentos iniciales tras la catástrofe y para que la vida en la costa ecuatoriana renazca como el ave fénix.
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Ecuador busca levantarse como ave fénix a un mes del terremoto (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU