Por: Lara Ely | Tradução: Juan Hermida | 17 Novembro 2017
Después de Argentina pasar por una situación de oposición en la lucha por las tierras de los mapuches, con gran movilización nacional e internacional por el desaparecimiento y muerte del ambientalista Santiago Maldonado, ahora es la vez de los indígenas uruguayos cobrar su cuenta. Sistemáticamente atacada y diezmada a lo largo de los siglos, la etnia oriunda de la Banda Oriental del Uruguay, pampas argentinos y del sur riograndense suma dos mil personas, aunque no sea reconocida por el país. De acuerdo con la historia oficial, los indios fueron extinguidos en 1831.
Más allá de las evidencias culturales y tradiciones atribuidas a los gauchos que derivaron de los indígenas, como el asado de carne en la parrilla y el mate, estudios genéticos realizados desafían la creencia popular de que el Uruguay fue exclusivamente poblado por los “descendientes de los barcos”, principalmente llegados de España y de Italia, comprobando la existencia de indios. Además de Uruguay, están presentes en Rio Grande do Sul y en la provincia argentina de Entre Ríos.
Aunque el país se considere el único de América Latina sin población indígena, grupos de activistas reivindican que los pueblos originales nunca se extinguieron. El principal de ellos es el Consejo de la Nación Charrúa del Uruguay – Conacha, actualmente compuesto por 10 organizaciones y comunidades de diferentes partes del Uruguay. Entre sus principales objetivos está el reconocimiento de la actual población indígena, la ratificación de la Convención 169 de la OIT (que comprende específicamente los derechos de los pueblos indígenas y tribales) y aumentar la visibilidad de la cuestión indígena, alcanzando el aumento de auto identificación indígena en Uruguay.
Según el censo oficial de 2011, cerca de 160 mil uruguayos declaran tener ascendencia indígena. Eso representa casi 5% de la población del país, de 3,395 millones de habitantes. Por su vez, 255 mil uruguayos se identificaron como afro descendientes, 15 mil como asiáticos, y casi tres millones declararon tener ascendencia blanca, en su mayoría procedente de inmigrantes europeos llegados de España o Italia.
En documentario El País Sin indios, los directores Nicolás Soto y Leonardo Rodríguez eligieron dos personajes para retratar la situación de la población indígena del Uruguay a partir de la historia de Roberto, un trabajador rural, y Mónica, una profesora de matemáticas. Descendientes de charrúas, ellos viven cada cual a su manera. Al mismo tiempo, académicos proporcionan datos que permiten entender el escenario actual de una perspectiva renovada y cuestionar al Uruguay que todavía se ve como “un país sin indios.”
Desde su lugar en la tierra, Roberto vive con base en sus valores con naturalidad y discreción. Respetando la naturaleza y con un relacionamiento especial con los caballos, él no siente la necesidad de una lucha política para reivindicar su identidad. Mónica, por su vez tiene un papel de líder en el movimiento indígena: lleva su lucha a los espacios jurídicos y académicos dentro y fuera de las fronteras, para obtener el reconocimiento de la existencia del pueblo uruguayo y hacer justicia por los crímenes de la historia.
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Uruguay. Espiritualmente conectados a la Tierra, los Charrúas quieren reconocimiento - Instituto Humanitas Unisinos - IHU