17 Setembro 2020
Jaime de la Rosa, Julio Hernández, Marcelino Marroquín y Julio César Vasquez. Guatemala, †1982.
Militantes juveniles cristianos. Fusilados públicamente por un pelotón de la Dirección General de Presidios. En un marco de pretendida legalidad, el presidente Ríos Montt y sus ministros crean los Tribunales de Fuero Especial para los delitos contra la Seguridad del Estado, los delitos políticos y los comunes relacionados con los primeros. Nueva forma de asesinar al pueblo con juicios sumarísimos, sin posibilidad de defensa, sin testigos.
El marco real, hoy, es muy semejante al Calvario: lejos de la ciudad, junto a los muros del cementerio. Con tanquetas y carros de asalto, trescientos soldados toman posiciones entre las tumbas, a medianoche. Otros tantos vehículos y hombres están apostados en los alrededores. Mientras tanto Jaime, Julio Marcelino y Julio César, como en el Cenáculo, celebran una eucaristía íntima: "Este es nuestro cuerpo para un hombre nuevo. Esta es nuestra sangre para un pueblo nuevo", dicen. Es su Jueves. Al otro día, su Viernes Santo. Casi en la oscuridad de una madrugada de llovizna, el pelotón, rodilla en tierra, está preparado, cuando resuena la voz de Marcelino, cantando, sereno: "Espero del Señor una corona. Una corona espero del Señor." Y un grito: "¡Somos inocentes!" Quizá haya temblado la mano del verdugo por unos instantes. Sus cuerpos caen contra el muro. Después, el tiro de gracia, creyendo acabar con la vida. Pero Jaime, Julio Marcelino y Julio César ya están resucitados y viven en el corazón de su pueblo "porque no hay amor más grande que dar la vida por el hermano".
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17 de setembro de 1982 - Instituto Humanitas Unisinos - IHU