04 Março 2017
A un año del crimen de la coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), su hija, Laura Zuñiga, habla de la investigación de su muerte y del legado de lucha ambientalista.
La entrevista es de Ezequiel Sánchez, publicada por PáginaI12, 03-03-2017.
Vea la entrevista.
Hoy se cumple el primer aniversario del crimen contra tu madre Berta Cáceres. ¿Cuál es la situación de la investigación?
A un año, lo que hay son siete personas detenidas, entre los cuales hay militares y trabajadores de (la firma hondureña). Desa, la constructora de la represa Agua Zarca. Pero con un proceso tan débil y cuestionable, nos preocupa que después de dos años, los autores materiales terminen impunes. Y en relación a los intelectuales, no hemos visto avances. Para que haya Justicia y que no se repita, las personas con mucho dinero que planearon y pagaron el asesinato tienen que estar en la cárcel. Por otro lado, la concesión de la represa continúa. Si bien ahora está frenada la construcción y los financiadores han suspendido momentáneamente los fondos, sigue la presencia de la empresa en la comunidad. Sigue la estigmatización y la persecución judicial hacia el Copinh. Hay compañeros de la comunidad de Río Blanco que han sido criminalizados. El nuevo Coordinador General ha sufrido seis atentados y sigue sufriendo amenazas. Y también se han reglamentado leyes regresivas como la Consulta Libre Previa e Informada, que le saca el poder a las comunidades de decidir sobre su territorio y se lo da al Estado. Contradice el artículo 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que está por sobre la Constitución.
¿Qué otros factores hacen que la investigación sea cuestionable?
Desde un primer momento estuvo llena de irregularidades. Desde el 2013, hay denunciadas treinta y tres amenazas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La gran mayoría relacionadas con la empresa Desa, pero a Desa la empiezan a investigar once días después del asesinato. Desde antes que levantaran el cuerpo de mi mami, ya se hablaba de un asesinato pasional o por disputa de poder en el entorno del Copinh. La declaración de secreto de sumario en la causa nos deja totalmente al margen de la investigación. Toda la información que tuvimos era por los medios de comunicación, al punto que en que las audiencias, ni siquiera nuestros abogados sabían cuáles eran los argumentos por los que estaban llevando a los imputados. La familia pidió un forense de renombre, pero no dejaron ni que hiciera, ni que observara la autopsia. Al mexicano Gustavo Castro, que era el único testigo, lo retuvieron en Honduras de forma ilegal por un mes. Con el tiempo, también nos fuimos dando cuenta que la escena del crimen había sido muy manipulada y contaminada.
Con estos comportamientos, ¿qué tan responsable es el Estado?
El Estado tiene mucha responsabilidad. Primero, porque después del Golpe de 2009 aprueba una serie de paquetes relacionados con el extractivismo. Después, hay complicidad por la criminalización hacia mi mami y hacia el Copinh. La Fiscalía la persigue y la acusa de atentados contra la propiedad privada de DESA, cuando la propiedad era comunitaria. Y finalmente, en el marco de las medidas cautelares, no la protegen. Han sido muy irresponsables en todo lo que han dicho, en culpabilizar a la víctima de su propio asesinato. Tampoco hay que olvidar la complicidad de los bancos financiadores de proyectos criminales y violadores de Derechos Humanos. DESA ha generado terror en las comunidades que se han enfrentado al proyecto. Eso es real y sigue funcionando. Si bien nosotros hablamos del proyecto hidroeléctrico, el crimen de mi mami no sólo beneficia a una empresa particular, es algo más estructural. Varias veces avisaron que la habían matado, incluso el mismo día del Golpe. Desde la única radio de El Salvador que se sintonizaba en La Esperanza, empiezan a decir una lista de personas que habían sido asesinadas. Mi mami era la segunda o la tercera. Cuando dijeron su nombre, yo levanté la mirada, la vi y fue saber que no había pasado nada. Pero igual fue saber el rol que iba jugando como parte del movimiento social, el perfil que ella tenía. El Copinh y mi mami siempre plantearon discusiones fuertes e innovadoras. El tema de una Asamblea Nacional Constituyente salió de mucha discusión, pero venía de ese lugar. No sólo fueron dando victorias a los pueblos, que el Copinh consigue en el transcurso de su tiempo, sino también planteando pensamiento, teoría, al movimiento social.
¿Cómo recibiste la noticia de su asesinato?
Es muy difícil tener claridad, yo iba en negación. Después una empieza a recordar y a relacionar cosas. Quince días antes de su asesinato, antes de despedirnos, mi mami me había sentado y explicado todas las amenazas que estaba recibiendo. Yo desde que me acuerdo, siempre estuvo amenazada, nosotros crecimos naturalizándolas. Ahora miro atrás y me doy cuenta que era una posibilidad. Pero en ese momento, como era tan normal, no lo ves grave. Porque vivió siempre así. Yo crecí así.
¿Cómo es haber crecido con una madre como Berta?
Creo que uno crece con una convicción distinta, con otro sentido del mundo. Nosotros crecimos en las comunidades, jugando con los niños, viendo distintas problemáticas que viven los pueblos. Mi mami siempre nos enseñó eso de convivir con la gente y darse cuenta qué es lo que está pasando. Eran sentimientos que uno no sabe cómo aliviar, el de las injusticias del mundo. Pero nosotros crecíamos también con la tranquilidad de saber que algo se estaba haciendo. Estábamos dándole a nuestra madre el tiempo para la lucha, que tal vez podíamos demandar para nosotros. Los noventas fueron la época en el que Copinh sale a la calle, cuando nota la necesidad del pueblo indígena lenca de organizarse y visibilizarse. Ese era el momento en que estábamos creciendo. Siempre nos trató como parte del Copinh. Nos exigió, nos dio roles, nos abrió espacios para participar. Más allá de la edad, siempre nos valoró como personas políticas, capaces de pensar, de crear, de discutir. Siempre lo tuvo, no sólo con nosotros como hijos, sino con todo el mundo.
¿Cómo se traduce esa responsabilidad hoy en día?
Si algo nos enseñó mi mami también es a estar siempre alegres, a tener esperanza. Tener un proyecto político que es plural, ser parte de una colectividad, pensando, luchando y actuando juntos sobre la realidad, es para mi de las cosas más lindas. Participar en una lucha tan fuerte como la Justicia para una persona asesinada que es mi mami, además. Que las comunidades indígenas lencas puedan tener su propia voz, disputar contra un sistema violento de dominación múltiple. Es lo que me llena y me hace feliz. Mi mami era la Compañera Mami, la Comandanta Ma.
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“Seguimos la lucha de mi mami”, dice la hija de Berta Cáceres - Instituto Humanitas Unisinos - IHU