12 Abril 2016
"Sin embargo, en sociedades cada vez más mediatizada, por otro lado el flujo comunicacional de sentidos no se deja detener por cualquier estructura. Al posicionarse en la arena pública como en internet y en sus redes, la iglesia se coloca en una encrucijada", escribe Moisés Sbardelotto, periodista, tiene maestría y doctorado en ciencias de la comunicación y es autor del libro E o Verbo se fez bit: A comunicação e a experiência religiosas na internet (Ed. Santuário, 2012). La traducción es de Giselle Vallo.
Este es el artículo.
El día 19 de marzo de 2016 quedó para la historia de la comunicación de la Iglesia Católica. Fue cuando el Papa Francisco inauguró su cuenta personal en Instagram, @Franciscus.
El día 19 de marzo de 2016 entró en la historia de la comunicación de la Iglesia Católica. Después de las primeras imágenes filmadas de un papa, León XIII (1896); la primera emisión radiofónica papal con Pío XI (1931); del primer papa que habló en la televisión como Pío XII (1949); del primer email enviado por Juan Pablo II (1995); y el primer tuit enviado por un papa como Benedicto XVI (2012), sigo el momento del primer posteo de un papa en la plataforma sociodigital de fotos Instagram. Esto fue lo que sucedió este sábado, cuando el Papa Francisco inauguró su cuenta @Franciscus.
La primer imagen a ser posteada en la cuenta papal muestra al Papa Francisco arrodillado, rezando, con la leyenda “Recen por mí” escrita en nueve idiomas, desde el árabe hasta en latín, incluyendo el portugués. En su cuenta oficial de Twitter, el papa también anunció esta nueva presencia con un tuit: “Inicio un nuevo camino, en Instagram, para recorrer con ustedes el camino de la misericordia y de la ternura de Dios”.
Al final de este sábado la cuenta pontificia de Instagram contaba con más de 1,1 millón de seguidores (en crecimiento casi exponencial, y su primera imagen recibió más de 185000 “me gusta”, habiendo recibido más de 25mil comentarios de usuarios de diversos países, en diversos idiomas. A lo largo del día, Francisco posteó otra foto y un mini video, que exhibe un anuncio, en primera persona, de su entrada en Instagram y el momento en que él posteó su primera foto.
En su sitio el Instagram se define como “una manera divertida y peculiar para compartir la vida con los amigos por medio de una serie de imágenes”. La empresa que fue comprada por Facebook en 2012 explica que el Instagram es una forma de construir un mundo más conectado a través de las fotos. Esa misión por lo tanto pasa a ser asumida por el pontífice. Su entrada en la plataforma no es por casualidad sucede después de recibir la visita del presidente ejecutivo y cofundador de Instagram, Kevin Systrom el día 26 de febrero en el Vaticano. En su cuenta personal Systrom postea una foto de ese primer encuentro con el papa, afirmando que había hablado con Francisco “sobre el poder de las imágenes para unir a las personas de las diferentes culturas y lenguas”. Se celebró así un compartir de intenciones comunicacionales, (“unir a las personas”) entre la empresa y la iglesia.
Este sábado 19, Systrom estuvo nuevamente en el Vaticano donde acompañó el posteo de la primera imagen pontificia en Instagram. Él volvió a postear una foto con el pontífice escribiendo: “Asistir al Papa Francisco al postear hoy su primera foto en Instagram fue un momento increíble. @franciscus, bienvenido a la comunidad Instagram! Sus mensajes de humildad, compasión y misericordia van a dejar una marca duradera”. Y es prácticamente con las mismas palabras que el papa se define su propia plataforma en su descripción personal en inglés; “Yo quiero caminar con ustedes por el camino de la misericordia y de la ternura de Dios” ("I want to walk with you along the way of God's mercy and tenderness").
Una “contrarreforma digital”?
Siguiendo las huellas comunicacionales de tus antecesores Francisco da un paso más en un movimiento que se viene desdoblando a lo largo de los años por parte de la iglesia en términos de aproximación e inculturación digital. Tal movimiento puede estar inserto en aquello que la teóloga Elizabeth Drescher, Profesora de Santa Clara University, la universidad jesuita en el Valle del Silicio en Estados Unidos, llama la “Reforma digital”.
Según la autora en su libro Tweet If You ♥ Jesus: Practicing Church in the Digital Reformation (Morehouse, 2011),
al contrario de las reformas eclesiásticas anteriores o eclesiales, la Reforma Digital está determinada no tanto por teologías, dogmas y política - aunque éstos ciertamente estén sujetos a un cuestionamiento renovado - sino por las prácticas espirituales digitalmente intensificadas de creyentes comunes con acceso global entre sí y a todas las formas de conocimiento religioso previamente disponibles solamente al clero, a los estudiosos y a otros especialistas religiosos. Esto pone prácticamente todo en juego - nuestras tradiciones, nuestras historias nuestra comprensión de lo sagrado, hasta mismo la estructura y el significado de los textos sagrados que pensábamos que habían sido asegurados en un canon duradero hace mucho tiempo, en el cuarto siglo (p. 2 trad. nuestra).
Lo que Francisco hace hoy es sumarse a ese proceso socio comunicacional en el que pasan a emerger según Drescher “prácticas de acceso, conexión, participación, creatividad y colaboración [de personas comunes], animadas por el uso diseminado de nuevos medios sociales digitales en todos los aspectos de la vida diaria incluyendo la vida de fe” (p. 4, trad. nuestra). En este sentido, la innovación de Francisco es principalmente intraeclesial porque en términos de comunicación más amplia, él adhiere inculturándose a un movimiento sociocultural creciente, delante del cual la iglesia no puede estar ajena.
Si históricamente la Reforma Protestante fue una revolución religiosa que desencadenó una revolución sociocultural, como afirma Leonardo Boff, podemos decir que la “Reforma digital” se manifiesta como una evolución sociocultural que está desencadenando una revolución religiosa.
En sus documentos y reflexiones el Papa Benedicto XVI ya buscaba despertar a la Iglesia a lo que sucedía en el ámbito de la comunicación, habiendo sido el pontífice que más reflexionó sobre aquello que podemos llamar mediatización digital. De sus ocho mensajes en el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales cuatro de ellas abordan específicamente la realidad del mundo digital. Según Ratzinger es posible afirmar que la llamada “Reforma digital” guía el flujo de las grandes cambios culturales y sociales dando origen a “una nueva manera de aprender y pensar” (2011). La Iglesia Católica buscó asumirlo conscientemente aprendiendo a aprender y a pensar de una nueva forma en el contexto digital.
Durante la “Reforma digital” por lo tanto la institución eclesial se posicionaba reaccionando con el llamado a una especie de “Contrarreforma digital” por parte de la Iglesia como un todo. Tal “Contrarreforma” buscó convocar a toda la Iglesia a apropiarse de la cultura digital en su reflexión y en su práctica que se explicitaran en el pasar de los años, en muchas iniciativas de aproximación a las plataformas socio digitales.
En primer lugar, en esa convocatoria Benedicto XVI exhortó a los jóvenes católicos “a llevar al mundo digital el testimonio de su fe”, pidiéndoles para que se sintieran “comprometidos a introducir en la cultura de este nuevo ambiente comunicador e informativo los valores sobre los cuales se asientan sus vidas” (2009). Después el papa emérito se dirigió específicamente al clero católico mundial afirmando que cuanto “más amplias sean las fronteras para el mundo digital, tanto más el sacerdote será llamado a ocuparse de eso pastoralmente, multiplicando su empeño en colocar los medios al servicio de la Palabra” (2010). Además de eso el llamado del entonces papa a la “Contrarreforma digital” se volcó a toda la cristiandad. “Quiero invitar a los cristianos a unirse confiadamente y con creatividad consciente y responsable en la red de relaciones que la era digital hizo posible” (2013).
Por lo tanto, en todos los niveles el papa emérito solicitaba que la Iglesia ejercitara “una ‘diaconía de la cultura’ en el actual ‘continente digital’ (2013). Con Francisco ese desafío se profundizó también institucionalmente con la conformación de un comité volcado a la reforma de los medios del Vaticano, dentro de un conjunto más amplio de reformas de los órganos de la Santa Sede.
Tal comité fue constituido en julio del 2014 y estaba compuesto por seis especialistas externos y cinco miembros internos del Vaticano. Para el presidente del comité, el inglés Cristopher Patten, en un discurso a los obispos ingleses “la amplia disponibilidad de la conectividad de internet globalmente significaba que el contenido mediático del Vaticano estaba teóricamente más disponible directamente a un público más amplio que antes”. E indicaba un cambio de abordaje en relación a la presencia digital que demanda “un abordaje interactivo en el que la información no es meramente diseminada a un público pasivo, sino que haya una capacidad de tener un diálogo con el público, respondiendo a cuestiones y críticas, invitando a las personas a un compromiso más profundo” (traducción nuestra).
O sea, la institución eclesiástica reconocía los cambios de la comunicación en el ámbito digital asumiendo que el “público” ya no era “pasivo”, y que existía la necesidad de apostar al “diálogo”, a la “respuesta”, al “compromiso más profundo” con las personas. Del punto de vista de las estrategias de la iglesia, el interlocutor ganaba centralidad e igualdad en la producción de contenidos a nivel social. En las plataformas sociodigitales como Twitter en Instagram se refuerza la posibilidad de que los usuarios - en general individuos grupos o instituciones - puedan producir contenidos también religiosos de forma pública y en red, en forma de textos imágenes y vídeos, distribuyéndolos instantáneamente a nivel global. En esas interacciones, las prácticas religiosas que van surgiendo en red traen consigo lógicas y dinámicas mediáticas.
Es en este contexto que la institución Iglesia busca fortalecer su presencia oficial en los ambientes digitales, comenzando por el propio pontífice, ya sea en Twitter como en Instagram. Pero esa resignificación digital del catolicismo no es neutra no es automática. Para su ocurrencia, la Iglesia precisa actualizar sus procesos comunicacionales internos o externos para responder a una nueva complejidad socio simbólica que emerge a partir de los desdoblamiento de las prácticas comunicacionales digitales - como el hecho de “traducir” al papa en mensajes con menos de 140 caracteres (como en el caso de Twitter) o en fotos y videos de menos de 15 segundos (como ahora en el caso de Instagram).
Experimentaciones y reinvenciones del catolicismo en red
En el ambiente cultural de la mediatización, el catolicismo en general pasa a embeberse de procesos mediáticos también internet. En su presencia institucional oficial en plataformas socio digitales son comunicadas las versiones autorizadas de la tradición y de la doctrina católica, pero esta comunicación es hecha en modalidades innovadoras: cómo debe actuar un papa “instagrammer”? Cómo la Iglesia debe “instagramear” un pontífice romano? La “tradición” que comienza hoy pasa por esa gran innovación comunicacional aún sin horizontes claros.
Esto es, se comunica un “magisterio” pontificio a través de largos documentos, marcados por el texto escrito, para un nuevo código estructurado en imágenes, también en movimiento, mediadas por dispositivos tecnodigitales. Ese cambio de código cultural religioso incluye también un cambio en los modelos del mundo en torno al catolicismo, porque habla respecto a un modo propio de pensar y actuar comunicacionalmente, no solamente lógico deductivo sino principalmente marcado por sensaciones, afectos, sensorialidades despertados por la imagen. De este modo, en la era digital, el cambio del texto a la imagen, en general, implica otras formas de significar el mundo.
Sin embargo, en sociedades cada vez más mediatizada, por otro lado el flujo comunicacional de sentidos no se deja detener por cualquier estructura. Al posicionarse en la arena pública como en internet y en sus redes, la iglesia se coloca en una encrucijada aún más complejas de otros discursos sociales que no le pertenecen y que se le escapan (como los miles de comentarios en una única foto posteada por el pontífice, sin contar todos los reposteos de los usuarios en el propio Instagram o en otras plataformas, envolviendo la construcción de otros sentidos sobre una misma foto además de toda la cobertura mediática sobre el evento).
Como afirma el jesuita Antonio Spadaro, director de la revista La Civiltà Cattolica, al analizar la entrada de Francisco en Instagram, las fotos sacadas por los fieles cuentan al papa “en toda su fuerza pastoral y simbólica. […] El papa del pueblo es contado por el pueblo que capta no solamente sus textos sino también el contexto de los gestos a partir de adentro. Y de ese modo justamente el papa ya está en Instagram más allá de toda oficialidad (traducción nuestra).
De esta manera las interacciones sociales en redes comunicacionales digitales producen nuevas modalidades de vínculo entorno al catolicismo, sea de la iglesia para con la sociedad, sea de la sociedad para con la Iglesia, sea de la sociedad para con la propia sociedad – favorables, desfavorables, resistentes, alternativas, contrarias, subversivas, etc. - a partir y también más allá de aquello que es ofrecido por la institución eclesiástica. En ambientes mediáticos sin ninguna vinculación con la fe católica - como es Twitter o Instagram -, la Iglesia y los diversos usuarios pasan a encontrar formas de “contar” el catolicismo públicamente.
En este proceso se experimenta y se inventa el catolicismo en red. Se trata de “otro” proceso mediático, que ya no puede ser gerenciado únicamente por las corporaciones mediáticas, y se trata de “otro” proceso religioso que ya no puede ser controlado únicamente por las instituciones religiosas. Se genera así un “parasistema” de procesos comunicacionales, organizados mediáticamente a partir de “otro” punto de la sociedad, que de esta manera puede criticar, rever, contestar, debatir el catolicismo sin la mediación ni la intermediación institucional religiosa o mediática.
Son esos desdoblamientos -de medio y largo plazo - que demandarán un atento acompañamiento para percibir no solamente como el catolicismo se “incultura” en la nueva realidad comunicacional, sino principalmente como ésta lleva al catolicismo a repensarse y modificarse - y qué consecuencias puede tener esto para la vida de fe y la propia catolicidad.
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@Franciscus, el papa en Instagram. Un breve análisis comunicacional (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU