22 Junho 2016
"Allí, junto a jóvenes de movimientos de 50 países de todo el mundo, debatirán temas y acciones de la lucha juvenil mundial; disfrutarán de un festival en homenaje a Víctor Jara, con músicos comprometidos de varios países; conocerán la rica experiencia progresista del municipio de Maricá de Río de janeiro; tendrán diálogos con personalidades de los cinco continentes, entre ellos, Aleida Guevara, hija del Che, Angela Davis, mítica dirigente del movimiento de liberación afro descendiente en Estados Unidos, Lula y la Presidenta Dilma de Brasil", escribe el sociólogo Ricardo Jimenez A.
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Representantes peruanos de LA JUNTA, a su vez parte de Alba Movimientos de Perú, fueron fraternalmente invitados por Levante Popular da Juventude y el Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, a participar del Festival Internacional de la Utopía, entre el 22 y el 26 de junio próximos, en Maricá, Brasil.
Allí, junto a jóvenes de movimientos de 50 países de todo el mundo, debatirán temas y acciones de la lucha juvenil mundial; disfrutarán de un festival en homenaje a Víctor Jara, con músicos comprometidos de varios países; conocerán la rica experiencia progresista del municipio de Maricá de Río de janeiro; tendrán diálogos con personalidades de los cinco continentes, entre ellos, Aleida Guevara, hija del Che, Angela Davis, mítica dirigente del movimiento de liberación afro descendiente en Estados Unidos, Lula y la Presidenta Dilma de Brasil.[1]
Resulta interesante que el nombre del Festival sea Utopía y que en él se encuentren, entre otros continentes, jóvenes de Latinoamérica y el Caribe y Europa, y representa la ocasión de recordar otro encuentro muy anterior entre ambos continentes y culturas, en una época en que eran dos mundos diferentes y desconocidos el uno para el otro.
Mucho, y muy bien, se ha escrito y reflexionado sobre ese encuentro, o mejor encontronazo o choque, nada feliz, sobre todo para los pueblos latinoamericanos y caribeños[2]. Menos se sabe de los tempranos aspectos emancipatorios, reflexivos, del mismo.
A propósito del Festival de la Utopía de Maricá, entonces, queremos reseñar aquí, muy brevemente, uno de esos primeros encuentros entre el pensamiento liberador europeo, expresado en el libro La Utopía de Tomás Moro[3], y latinoamericano y caribeño, en la experiencia histórica concreta de los pueblos del sur que inspiraron ese texto emblemático de las aspiraciones de justicia social del norte.
En Caral, la primera civilización suramericana, que data de hace cinco mil años atrás en la actual costa central de Perú, donde se erigieron las primeras y monumentales ciudades, las evidencias científicas muestran que durante diez siglos no hubo construcciones militares, ni ejército, ni policía, pero sí abundancia de comida, uso ritual y festivo de alucinógenos, instrumentos musicales, juguetes para los niños y dioses sin fiereza, benévolos y protectores de sus habitantes[4].
Cuarenta y cinco siglos después, en el siglo XV, cuando los invasores españoles llegaron a la costa de Chincha, a unos 360 kilómetros al sur de Caral por la misma actual costa peruana, encontraron que sus diez mil habitantes entraban a trabajar al mar por turnos, dedicando el resto del tiempo a regocijarse bailando y bebiendo, por lo que los españoles los tildaron de borrachos y ociosos[5].
Son apenas dos ejemplos de un orden social que durante milenios se movió por una lógica distinta a las de otras partes del planeta. Donde existían relaciones de dominación, conflicto y violencia, pero que en lo fundamental concebía los saltos tecnológicos en las fuerzas productivas como fuente de abundancia para todos y felicidad colectiva. Donde todo estaba vivo y todo lo vivo era sagrado. Donde recíprocos intercambios mantenían equilibrios vitales entre las comunidades humanas, naturales y espirituales, las tres concebidas como equivalentes, incompletas y necesariamente complementarias[6].
Donde, en fin, las élites dirigentes debían seguir ancestrales, estrictas e inviolables leyes de responsabilidad para sostener estos equilibrios y aquel bienestar, como límite y regulación, inmanente e inalterable, a las relaciones de dominación, conflicto y violencia[7].
Es un hueso duro de roer para nuestra cultura occidental moderna, con un pesado legado filosófico e histórico de egoísmo, competencia e insolidaridad, naturalizado como “lo humano”, sobre las espaldas. Y tal vez uno más pesado todavía de autoritarismo intelectual y cientificismo hegemónico, descalificador de pensamientos alternativos, más aún cuando son considerados “resabios de atraso” “pre-científico”[8].
Nuestra primera reacción es a pensar que no fue posible; que es inconcebible que hayan existido tales sociedades; que seguramente se trata de una idealización irrealista de un pasado pretendidamente distinto; de inventarse un paraíso en la tierra, ajeno a la naturaleza humana; que algunos rasgos, si se quiere diferentes, no obstan para que en lo fundamental se haya tratado de lo mismo: competencia, dominación, explotación, egoísmo[9].
Exactamente este escepticismo es lo que el humanista inglés Tomás Moro debió enfrentar cuando estaba por publicar su famosa obra Utopía, inspirada justamente en esas realidades diferentes latinoamericanas pero sometidas al ojo público europeo.
Apenas dos décadas y media después de que Colón encontrará América para los europeos, Moro ubicó esa isla que da nombre a su texto, y que mostraba un orden social opuesto al de Europa, más justo y equilibrado, en América del Sur, y hace su descripción a través de un supuesto navegante portugués que viaja a este continente con Américo Vespucio.
Pero al mismo tiempo le niega existencia real al relato, al que llama primero “Nusquama” derivada de la palabra latina “Nusquam” que significa en ningún lugar, y que está emparentada con “Nunquan” que significa en ningún tiempo, nunca[10].
Para Moro se trataba de reconocer la inspiración de su texto en la existencia real de esas sociedades alternativas, al menos en algunos aspectos sociales fundamentales que aparecían más justos y equilibrados que los propios europeos; pero al mismo tiempo se trataba también de relatarlos a un mundo, el europeo occidental, hegemónico, para el cual era inaceptable reconocer ninguna diferencia legítima, menos aún superior, a pueblos los que consideraba “bárbaros” y como elementos objetivos de “atraso”, que obstaculizaban el progreso de la humanidad, justamente la misión que se auto atribuían como signo benévolo los europeos[11].
En esa encrucijada y esa tensión, Moro finalmente opta por llamar a su libro, una aguda crítica social velada en ficción, con un nombre ambiguo o ambivalente: Utopía, que deriva del griego “topos” (topía) que significa lugar, y con dos posibles prefijos: “ou” que significa ningún o sin, o también “eu” que significa bueno o buen[12].
Coincidente y curiosamente, Buen Vivir es el nombre con que en la actualidad, a inicios del siglo XXI, se rescata, re elabora y actualiza, la experiencia histórica de varias de aquellas ancestrales sociedades latinoamericanas, especialmente andinas,[13] justamente en esos aspectos que inspiraron a Moro, como nuevo paradigma civilizatorio, alternativo al occidental moderno en evidente crisis.
Notas
[1] (BRASIL) 22 al 26 de junio en Maricá (RJ): Festival Internacional de la Utopía (consultada el 17-06-2016).
[2] Galeano, Eduardo (2010). Las venas abiertas de América Latina. Argentina: Siglo XXI.
[3] Moro, Tomás (2004). Utopía. 1516. España: Alianza.
[4] Shady, Ruth (1997). La Ciudad Sagrada de Caral – Supe en los albores de la civilización en el Perú. Perú: Editorial UNMSM. Shady Ruth & Leyva, Carlos (Editores) (2003). La ciudad sagrada de Caral-Supe: los orígenes de la civilización andina y la formación del estado prístino en el antiguo Perú. Perú: INC.
[5] Rostworowski, María (1988). Historia del Tahuantinsuyo. Perú: IEP. pp. 238.
[6] Grillo, Eduardo (1993). La Cosmovisión andina de siempre y la cosmología occidental moderna. En: ¿Desarrollo o descolonización en los Andes? Perú: PRATEC. Y (1996). Caminos andinos de siempre. Perú: PRATEC. Milla Villena, Carlos (2007). Ayni. Perú: Amaru Wayra. Y (2008). Génesis de la cultura andina. Perú: Amaru Wayra.
[7] Murra, Jhon. (1972). El “control vertical” de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas. Tomo II. Perú: IEP. Y (1975). Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Perú: IEP. Roel, Virgilio (2001). Cultura peruana e historia de los incas. Perú: FCE. Sholten, María (1980). El Capac Ñan. Lima: Boletín. Valcárcel, Luis (1997). Etnohistoria del Perú antiguo. Lima: Editorial UNMSM.
[8] De Acosta, José (1940). Historia natural y moral de las Indias. 1550 - 1590. México: FCE. De Sousa Santos, Boaventura (2006). Conocer desde el sur. Para una cultura política emancipatoria. Perú: UNMSM – PDTG. Y (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Uruguay: Trilce. Dussel, Enrique (1983). Praxis latinoamericana y filosofía de la liberación. Argentina: CLACSO.
[9] Jimenez, Ricardo & Alvites, Lucía (2010). La cultura ancestral andina como desarrollo histórico inédito: el caso de las mujeres. Apuntes para la descolonización epistemológica de su estudio. En: Revista Sustentabilidades. Cuarta Edición. Chile.
[10] Pardo, Isaac (1983). Fuegos bajo el agua: la invención de Utopía. Venezuela: Ayacucho.
[11] Mignolo, Walter (2010). Desobediencia epistémica. Retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad. Buenos Aires: Signo. Quijano, Aníbal (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América latina. En: Edgardo Lander (Editor) La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y ciencias sociales-perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO.
[12] Pardo, Isaac. Op. Cit.
[13] Jimenez, Ricardo (2011). Rescatar y valorar otros pilares éticos. El Buen Vivir. Brasil: FNGM. Vanhulst, Julien (2015). El laberinto de los discursos del Buen vivir: entre Sumak Kawsay y Socialismo del siglo XXI. En: Revista Polis. 40. Chile.
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La Utopía europea y el Buen Vivir Latinoamericano. A propósito del Festival Utopía en Maricá, Brasil (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU