02 Dezembro 2016
“Toda nuestra vida es un proceso de conversión permanente, la sabiduría de la Iglesia nos ofrece tiempos especiales para que retomemos con esperanza nuestra camino cristiano; el tiempo de adviento es uno de ellos”.
El comentario del Evangelio, que corresponde al Segundo Domingo del Tiempo de Adviento (04-12-2016), es elaborado por Maria Cristina Giani, Misionera de Cristo Resucitado.
En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, proclamando: ---Conviertanse, que está cerca el reinado de Dios. Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: Una voz clama en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos. El tal Juan llevaba un vestido de pelos de camello, con un cinturón de cuero en la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la comarca del Jordán, y se hacían bautizar en el río Jordán por él, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: ---¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar de la condena que se avecina? Dad frutos válidos de arrepentimiento y no os imaginéis que os basta decir: Nuestro padre es Abrahán; pues yo os digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán. El hacha está ya aplicada a la cepa del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. Yo os bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho a llevarme sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Ya empuña el bieldo para aventar su era: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.
En este segundo domingo de Adviento, la Iglesia continúa haciendo eco hasta el día días de hoy de las palabras de Juan el Bautista: “Conviértanse porque el reino de Dios está próximo”.
Esta exhortación está presente en toda la Biblia de modo particular en la prédica de los profetas, que continuamente invitan al pueblo a volver a Dios, para pedirle perdón y cambiar su estilo de vida.
Convertirse significa cambiar de dirección y dirigirse nuevamente al Señor, en la certeza de que él nos ama y su amor es siempre fiel.
Para recibir la ternura de Dios que nos trae el niño Jesús en la próxima Navidad, precisamos aceptar hoy la invitación a la conversión que nos hace el Bautista.
El paso siguiente en este proceso de vuelta a Dios, es darse cuenta donde cada uno, cada una de nosotros está, por qué caminos está yendo nuestra vida ?
Respondamos estas preguntas desde la mirada misericordiosa de Dios, que “sabe leer en el corazón de cada persona su deseo más profundo y que debe tener primacía sobre todo (Misericordia et Misera 1).
Y continuando con las palabras de la carta del Papa Francisco podemos afirmar que la Misericordia de Dios ayuda a mirar el futuro con esperanza, prontos para recomenzar nuestra vida y a partir de ahora, si queremos, podemos proceder en el amor (Ef 5,2).
Estas últimas palabras de la carta a los Efesios “ proceder en el amor” es la exigencia que Juan el Bautista dice a los fariseos que lo escuchan: “Dad frutos válidos de arrepentimiento”.
O sea la conversión no es mágica y no sucede de la boca para afuera, la misma es un proceso, un camino marcado por la gracia de Dios que se manifiesta en un estilo de vida pautado por el amor, por la compasión frente a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas.
Por eso toda nuestra vida es un proceso de conversión permanente, la sabiduría de la Iglesia nos ofrece tiempos especiales para que retomemos con esperanza nuestra camino cristiano, el tiempo de adviento es uno de ellos.
Y tiene su lógica porque quién nos precede en el Amor, es a quién esperamos ansiosamente, de acuerdo con las palabras del profeta: “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Semejante promesa requiere de nosotros una preparación amorosa, una vida coherente, que anuncia desde ya la belleza, la ternura y la fuerza del Emanuel, Dios con nosotros.
A continuación el texto de Cecilia Meireles, Primavera, puede ayudar a comprender desde otra lenguaje este tiempo de Adviento, tiempo de conversión y esperanza .
"La primavera llegará, aunque nadie sepa su nombre, ni crea en el calendario, ni tenga jardín para recibirla. La inclinación del sol va marcando otras sombras; y los habitantes de la tierra, esas criaturas que aún circulan por el suelo, comienzan a preparar su vida para la primavera que llega. Finos clarines que no escuchamos deben sonar por dentro de la tierra, en ese mundo confidencial de las raíces - y heraldos sutiles despertarán los colores y los perfumes y la alegría de nacer, en el espíritu de las flores".
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Tiempo de conversión - Instituto Humanitas Unisinos - IHU