04 Novembro 2016
“El legado del Maestro a los suyos es vivir como Él vivio, bienaventurado, feliz! Sin duda Jesús es el gran bienaventurado, tenemos que mirarlo para comprender las bienaventuranzas y aprender a vivirlas”.
El comentario del evangelio de la Fiesta de los Santos y Santas (06-11-2016) es elaborado por María Cristina Giani, Misionera de Cristo Resucitado.
Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos los afligidos, porque serán consolados. Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante. De igual modo persiguieron a los profetas que os precedieron.
Para reflexionar mejor sobre este evangelio precismos leer los verículos que lo preceden (Mt 4,23-25) que muestran a Jesús caminando por toda Galileia, predicando y enseñando la Buena Noticia, curando todo tipo de enfermedad, para finalmente Mateo pintar el siguiente cuadro: “Le seguía una gran multitud de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania”.
A continuación el texto de hoy nos dice: “Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos”. Contemplemos a Jesús en este momento. Después de estar rodeado de personas que pedían ser liberadas de diferentes realidades (ignorancia, sufrimiento físico, espiritual, rechazo) y verlas ahora curadas por la acción del Espíritu, qué es lo que Jesús piensa?
En la Palabra de Dios la montaña representa el lugar del encuentro con Dios. Jesús sube a la montaña para estar con el Padre y hablar sobre sus hijos e hijas. Comparte con Dios su dolor por el sufrimiento de tantas personas y su alegría porque el Reino de Dios se va expanadiendo.
Mas mirando de nueva a la multitud, sabe que todavía queda mucho por hacer!
Sentémonos junto con Jesús y pidamos que Dios abra nuestros ojos para ver la realidad como Él la ve. Para ver cómo su Proyecto de Vida y Amor continúa vivo y operante en nuestra historia, mas también como es urgente entregar nuestra vida al servicio del mismo en los diversos lugares donde estamos.
Tal vez fue eso lo que la comunidad de Mateo nos quiso transmitir en este relato del evangelio al aproximarse y ponerse a los pies de Jesús. Es una comunidad discípula que quiere aprender del Maestro cómo colaborar con su misión, cómo servir al Reino de Dios.
Con certeza Jesús vuelve a sorprenderlo, porque lo que comparte con su comunidad no es una serie de actividades o recetas morales, sino una forma de vivir.
El legado del Maestro a los suyos es vivir como Él vivió, bienaventurado, feliz! Sin duda Jesús es el gran bienaventurado, tenemos que mirarlo para comprender las bienaventuranzas y aprender a vivirlas.
Ahora bien es preciso admitir que la lógica de las bienaventuranzas quiebra nuestro entendimiento, cómo se puede ser feliz siendo pobre, afligido, perseguido, con hambre y sed de justicia?
Para encontrar la respuesta tenemos que leer en el programa de vida de Jesús lo que no está escrito, lo que solamente se ve con los ojos de la fe: la acción de Dios.
Así como los evangelios no narran cómo Dios resucitó a Jesús, sino cómo fue la experiencia de resurrección de la primera comunidad; quién hace realidad la lógica de las bienaventuranzas es Dios que actúa en el silencio, en lo escondido.
Es Él el protagonista principal del proyecto de vida llevado adelante por Jesús y sus seguidores y seguidoras! El Dios de Jesús, hijo de María , es Aquel que hace posible lo imposible.
Para finalizar nuestra reflexión recemos la siguiente oración hecha por el P. Arrupe sj:
Señor: meditando el modo nuestro de proceder, he descubierto que el ideal de nuestro modo de proceder es el modo de proceder tuyo. Por eso fijo mis ojos en tí, los ojos de la fe, para contemplar tu iluminada figura tal cual aparece en el Evangelio. Yo soy uno de aquellos de quienes dice san Pedro: “A quien aman sin haberle visto, en quien creen aunque de momento no lo vean, rebosando de alegría inefable y gloriosa” (1Pe 1,8).
Danos esa gracia, danos el “sensus Christi”, que vivifique nuestra vida toda y nos enseñe -incluso en las cosas exteriores- a proceder conforme a tu espíritu.
Enséñanos tu “modo” para que sea “nuestro modo” en el día de hoy, y podamos realizar el ideal de Ignacio: ser compañeros tuyos, “otros Cristos”, colaboradores tuyos en la obra de la redención.
Pido a María, tu Madre Santísima, de quien naciste, con quien conviviste y amaste durante 33 años, y que tanto contribuyó a plasmar y formar tu modo de ser y de proceder, que forme en mí y en todos los hijos de la Compañía, otros tantos Jesús como Tú.
Santidade: presença misericordiosa
Lea otros comentarios del Evangelio aquí.
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El protagonista de las bienaventuranzas - Instituto Humanitas Unisinos - IHU