13 Fevereiro 2017
Pablo Iglesias ganó el duelo a Íñigo Errejón. El líder de Podemos se impuso ayer holgadamente a su número dos entre las bases y tendrá todo el control del partido, gracias a una mayoría absoluta en la dirección y a que conserva sus amplios poderes como secretario general. Iglesias fue refrendado en el liderazgo del partido por un 89% de los votos, y sus tesis políticas y su modelo de partido vencieron a las de Errejón, que logra un tercio de los votos y casi el 40% de representantes en la dirección. Gana el Podemos más radical y más a la izquierda.
El reportaje es de Elsa García de Blas, publicado por El País, 12-02-2017.
Las bases de Podemos han dado a Pablo Iglesias una victoria contundente. El líder arrasa en la secretaría general —donde no tenía rival enfrente de peso—, pero también logra el control mayoritario de la dirección y vence en los cuatro documentos que se votaban: político, organizativo, ético y de igualdad. Iglesias ganó el plebiscito que presentó ante sus militantes en el congreso. O lo ganaba todo o se marchaba, había anunciado, y las bases cerraron filas con él. El resultado, con una participación de 155.275 personas, le legitima para imponer su rumbo político, del que discrepaba Errejón. Se abre paso así un Podemos más radical, que pone en el centro la protesta en la calle. El reelegido líder tiene ahora el reto de recomponer la unidad.
Iglesias fue refrendado como secretario general por el 89% de los votos (128.700 sufragios) frente a los 15.700 del diputado autonómico andaluz Juan Moreno Yagüe (10,9%). Los errejonistas cumplieron su promesa y votaron también a Iglesias, a pesar de que el enfrentamiento entre las dos facciones ha sido a cara de perro.
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La votación determinante era, en todo caso, la de la composición de la dirección, porque Iglesias había anunciado que dimitiría si quedaba en minoría. El secretario general controlará el 60% del consejo ciudadano estatal. El líder logra 37 consejeros de los 62 totales, por los 23 de Errejón y los dos de Anticapitalistas, que entran por primera vez.
Su control del partido será total, además, porque, al ganar su documento organizativo (los estatutos), el nuevo Podemos seguirá siendo de estilo presidencialista. El secretario general conserva amplios poderes, como la facultad de convocar consultas a las bases sin acuerdo de la dirección, y la potestad de disolver agrupaciones de cualquier nivel territorial.
La derrota fue inesperada por rotunda para Errejón, superado en votos individuales como consejero por Pablo Echenique, secretario de Organización y número cinco en la lista de Iglesias. En el duelo directo entre Iglesias y Errejón —porque el líder se situó también como cabeza de lista al consejo ciudadano, a pesar de que no lo necesitaba porque como secretario general está representado en la dirección—, Iglesias superó a Errejón en algo más de dos millones de puntos. Se trata de puntos y no votos porque el sistema de votación, con listas abiertas y parecido al de Eurovisión, se basa en que los electores puntúen a los integrantes de la candidatura de mayor a menor (el primer elegido se puntúa con 80 puntos, el segundo con 79 y así sucesivamente).
Las bases de Podemos demostraron estar más a la izquierda que sus votantes. Se percibió durante la celebración del congreso en el Palacio de Vistalegre, en Madrid. Los 8.000 simpatizantes congregados vitorearon al sindicalista del SAT Diego Cañamero, al exdirigente de Izquierda Unida y militante antifranquista Manolo Monereo y al cofundador Juan Carlos Monedero, y pidieron la libertad del concejal Andrés Bódalo, en prisión por agredir a un político socialista. A cambio, recibieron con cierta hostilidad a Errejón, prueba también de que de alguna forma se le culpa de haber dividido al partido al presentar una lista y ponencias diferenciadas. Cuando subió al escenario tras el anuncio de los resultados, un grito sobresalió entre lo que pareció un amago de abucheo: “¡Unidad, unidad!”.
Contra la “gran coalición”
El Podemos que se impone es el más izquierdista y duro de Iglesias, frente al posibilista y más moderado de Errejón. Aunque su desencuentro era sobre la estrategia a seguir, no ideológico o de políticas concretas, el Podemos dirigido por Iglesias mantendrá el rumbo de los últimos meses, que pasa por una oposición beligerante contra la “gran coalición” entre PP, PSOE y Ciudadanos.
El líder cree que Podemos está siendo ya útil en la oposición aunque se quede fuera de acuerdos sobre temas que había puesto en agenda, como la pobreza energética o la subida del salario mínimo. Al contrario de lo que opinaba Errejón, que pedía un “cambio de rumbo” y recuperar la “iniciativa parlamentaria”. Errejón quería liderar acuerdos con otras fuerzas.
La estrategia del líder, explicitada en su ponencia política, pone en el centro de la acción política la protesta en la calle. Iglesias no quiere diputados, sino “activistas institucionales”, que deben estar en todos los conflictos sociales. El Podemos de Iglesias, además, rehúye normalizarse. “No nos debemos parecer jamás a la vieja clase política”, proclamó en su discurso de ayer, en el que situó como prioridades del partido la lucha por la justicia social y los derechos humanos, el “derecho a decidir” (derecho de autodeterminación) y combatir la violencia machista.
Iglesias defiende un partido “que diga la verdad”, esto es, de tono duro e impugnatorio. Asimismo, apuesta por fortalecer sus alianzas con otras fuerzas para formar un “bloque histórico”; entre esas fuerzas, Izquierda Unida, algo de lo que siempre receló Errejón.
El líder afronta el reto de recomponer la unidad en el partido. En su primer discurso como nuevo secretario general dijo haber entendido el mensaje de las bases. “Hay un mandato unánime para este consejo ciudadano, y para este secretario general. Unidad y humildad”, subrayó. La imagen de fractura, sin embargo, fue evidente. Iglesias se colocó en el escenario junto a sus colaboradores Rafael Mayoral e Irene Montero para cantar L’Estaca, de Lluís Llach, con la que cerraron el cónclave, separado de quien ya ha dejado de ser oficiosamente su número dos, Íñigo Errejón. Los errejonistas levantaron la mano con su símbolo de la uve de victoria mientras los pablistas alzaron el puño. Son dos familias.
El líder de Anticapitalistas, Miguel Urbán, intentó apaciguar los ánimos a modo de árbitro. “Unidad no es uniformidad, se construye en torno al pluralismo. Hay que desterrar cualquier lógica de vencedores y perdidos”, dijo.
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Pablo Iglesias se impone a Errejón y salva su liderazgo en Podemos - Instituto Humanitas Unisinos - IHU