Por: Lara Ely | Tradução: Juan Hermida | 20 Setembro 2017
La reciente detención en España del coronel uruguayo Eduardo Ferro, uno de los responsables por la Operación Cóndor, que siguió y detuvo líderes de izquierda en toda América Latina, demuestra que, pasados 50 años de la dictadura militar, existen torturadores sueltos y sin castigo.
Preso hace cerca de diez días en su país estaba forajido desde marzo, cuando fue citado por la segunda vez en la sentencia de la juez uruguaya Dolores Sánchez, que investiga el desaparecimiento de un militante comunista en 1977 durante el gobierno de Aparicio Méndez. En noviembre pasado él ya había sido llamado para atestiguar en Montevideo pero también no compareció.
Articulada por los principales gobiernos militares de América Latina junto con la inteligencia norteamericana, la Operación Cóndor ocurrió entre los años 70 y 80 y fue encabezada por Chile de Pinochet. Lleva ese nombre en atributo a los pájaros de los Andes que comían carne seca, y en Brasil se llama Carcará. Su saldo sangriento dejó 30 mil personas muertas en los años 70, 400 mil presas y 4 millones de exiliados en todo el continente.
Según escribió el periodista Luiz Claudio Cunha en el libro El secuestro de los Uruguayos, “Cóndor era una vasta acción terrorista del Estado que atropellaba fronteras nacionales y afrontaba derechos humanos, forzando el desaparecimiento de quien se atreviese a contestar los regímenes de fuerza de los generales. Disidentes políticos eran perseguidos por comando clandestinos militares y policiales.”
Treinta años después de haber dado la noticia como reportero un intento de militares uruguayos y policiales brasileños secuestraren a los activistas uruguayos Lílian Cliberti y Universindo Dias, el periodista presentó su libro para relatar el testimonio de cómo fue haber encontrado el Cóndor en pleno vuelo. Contrariando la regla de sangre de la operación, él y el reportero fotográfico que lo acompañaba en la ocasión escaparon vivos para contar la historia.
(Imagem: O sequestro dos Uruguaios, obra de Luiz Cláudio Cunha)
Según Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de RS, Ferro fue el responsable junto con el delegado Pedro Selig, en la tarde del 12 de noviembre de 1978, por el secuestro de los uruguayos en la Capital gaucha.
“Fue él personalmente quien tomó a Lilián por el brazo, en el terminal de ómnibus, en cuanto los policiales prendían sus hijos y a Universindo”, afirmó.
El defensor de los Derechos Humanos señala que, mismo con esa historia conocida por los uruguayos, Ferro siguió al frente del ejército, subiendo de cargos y promociones. Además de Ferro, que fue preso por haber desacatado orden de la juez, otros dos militares envueltos en la operación Cóndor circularon por el Estado.
Krischke señala que la gran mayoría de los que practicaron crímenes de lesa humanidad todavía están impunes. Según él, Argentina es el país que más avanzó en el castigo de estos crímenes, con más de 700 condenaciones, algunas con prisión perpetua.
“Uruguay y Chile también avanzaron bastante en las condenaciones. Pero, lamentablemente, en Brasil, no hay una única condenación”, dice.
En su entrevista por teléfono al IHU, él cita dos coroneles actuantes en la Operación Cóndor que tuvieron pasajes recientes por el Estado, en Santana do Livramento: Juan Manuel Cordero y Pedro Mato Narbondo, siendo el primero llevado a prisión después de una denuncia de Krischke y el segundo se encuentra en Brasil, en donde se naturalizó y por esta razón no puede ser extraditado una vez que es nacido en Roma.
-En los últimos tiempos yo estaba preocupado con mi seguridad, pues desde que él (Ferro) tuvo orden de prisión por desobediencia, y desapareció, en marzo de este año, recibí amenazas de muerte. Esos bandidos cuando escapan de Uruguay vienen para acá. Yo podría ser uno de sus blancos – afirmó él, que viajó a Montevideo bajo la protección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (medida cautelar).
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Medio siglo después, líderes de la Operación Cóndor siguen sin castigo - Instituto Humanitas Unisinos - IHU