Por: Vitor Necchi | 12 Julho 2017
Datos cada vez más alarmantes en relación a casos brutales de femicidio y a otras formas de violencia contra las mujeres indican el alcance de la situación en América Central. Honduras es un trágico retrato de esta realidad. En los últimos 10 días de junio, ocurrieron 18 asesinatos en el país. En algunos casos, la gravedad de las agresiones indicaba el odio como motivo del crimen. Entre las víctimas, había estudiantes en edad escolar, como Rebeca Torres, encontrada muerta en Tegucigalpa el día 23 de junio. La adolescente de 15 años vestía el uniforme del colegio donde estudiaba, el Instituto Central Vicente Cáceres. Su cuerpo presentaba severos golpes de piedras.
El Observatorio de Violencia, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, informó que entre enero y marzo fueron asesinadas 99 mujeres en el país. De ese total, 73 tenían entre 15 y 39 años. La entidad también registró la denuncia de 422 casos de estupro contra mujeres entre 10 y 19 años. Como consecuencia de estas trágicas estadísticas, por lo menos 20 organizaciones declararon que Honduras se encuentra en “alerta rojo” y divulgaron un documento denunciando la situación.
Frente a estos datos, las autoridades contraponen que los homicidios disminuyeron el 22% en los primeros seis meses de este año, pero las organizaciones que actúan en la defensa y protección de las mujeres sostienen que el país se encuentra en un nuevo nivel de violencia con la población femenina, cuadro agravado por la impunidad: 96% de los homicidios no son resueltos.
En el documento elaborado por los grupos de mujeres, se exige que las autoridades presten atención inmediata a esta realidad. El texto acusa que la impunidad de los autores de los femicidos se refuerza con la falta de aplicación de esta figura jurídica por parte de los jueces y operadores de la Justicia. En 2016, hubo 463 asesinatos de mujeres, pero solo 15 casos fueron investigados y dos sentenciados por la Justicia.
Algunos crímenes presentan características bárbaras, según el relato de las organizaciones feministas. Martha Gómez, 42 años, de Itibucá, fue violada y torturada con fuego hasta que su cuerpo quedó incinerado. Irma Quintero y Xiomara Dunio, de 21 y 34 años respectivamente, fueron asesinadas y descuartizadas en Choloma. Yareni Hernández, 22 años, fue asesinada en la localidad de Tela por el marido, que después se suicidó. En el análisis de estos episodios, las entidades consideran que los homicidios de mujeres presentan circunstancias peores comparados con las violencias más comunes en Honduras.
La violencia con las mujeres es amplia. La líder indígena y activista ambiental Berta Cáceres fue asesinada de manera brutal en La Esperanza, Honduras, la madrugada del 3 de marzo de 2016, en la víspera de su cumpleaños número 44. Los asesinos eran sicarios que invadieron la casa de la activista, que pertenecía al pueblo Lenca, grupo étnico mesoamericano con idioma propio, presente en territorios de Honduras y El Salvador.
En 1993, Berta fue una de las fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). El 28 de octubre de 2014, tuvo una actuación destacada en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, en el Vaticano. En esa ocasión, el Papa Francisco pronunció el célebre discurso de las tres T: Tierra, Techo y Trabajo. Entre sus acciones, se destaca la lucha por la preservación del rio Gualcarque, amenazado por la construcción de diques.
Su muerte era anunciada, tanto que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había pedido que ella obtuviera protección, pues venía recibiendo amenazas de la policía, de militares y de paramilitares. El gobierno tomó medidas y detuvo sospechosos solamente después que el Banco Europeo de Inversiones canceló un préstamo de 40 millones de dólares a Honduras, citando como motivo de la negación la muerte de Berta.
Si no se hace nada, sucederá un nuevo crimen, esta vez con la hija de la activista, Bertita Zúñiga Cáceres, 26 años, que está siguiendo los pasos de su madre en los movimientos sociales. El día 30 de junio, ella junto a dos líderes indígenas sufrieron un atentado. Escaparon ilesos.
La violencia contra las mujeres adquiere matices diversos en los diversos países. En El Salvador, la estudiante Evelyn Hernandez sufrió abuso sexual de un integrante de una pandilla durante meses. Sangraba seguido y desconocía que, como consecuencia de las violaciones, quedó embarazada. El día 6 de abril del año pasado, cuando tenía 18 años, comenzó a sentir dolores en el vientre y terminó expulsando un feto muerto en el baño de su casa. Por el sangrado, perdió el conocimiento y fue llevada por su madre a un hospital, donde terminó siendo detenida con la acusación de haber practicado un aborto. A inicio de julio, recibió una sentencia de 30 años de prisión por homicidio. La jueza responsable del caso justificó el agravamiento de la pena alegando que Evelyn no buscó acompañamiento pre natal.
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Violencia contra mujeres asusta en América Central - Instituto Humanitas Unisinos - IHU