08 Outubro 2019
Penny Lernoux. Colombia, †1989.
Periodista, defensora de los pobres de América Latina. Periodista norteamericana, casada y madre de una niña. Muere de cáncer a los 49 años, de los cuales 25 están dedicados a su profesión, que ejerce como auténtica militante cristiana. Vive mucho tiempo en Colombia y llega a ser una especialista en Iglesia católica latinoamericana, en lo que esta institución tiene de profeta y de cómplice con el sistema que oprime a los pueblos. Fue durante muchos años la corresponsal del National Catholic Reporter en América Latina, además de escribir para otras publicaciones.
Fruto de su investigación es el libro "El Grito del Pueblo", que escribe después de la reunión del CELAM en Puebla y donde denuncia el papel que le cabe a Estados Unidos en la injusticia que sufren los pueblos pobres de América Latina (El Salvador, Nicaragua...)
Después escribe "Pueblo de Dios", con el mismo trasfondo profético y "Los Bancos en que Confiamos", sobre la perversidad del sistema bancario internacional, que sume en la miseria al Tercer Mundo.
Graduada en la Universidad de California del Sur, escribe para importantes publicaciones y agencias informativas de Estados Unidos. Consciente de la gravedad de su estado, confiesa: "Me siento como quien va camino abajo dando un nuevo paso. No es miedo a la muerte, porque los pobres de Latinoamérica, con su coraje, me han enseñado una teología de la vida que, por la solidaridad y nuestra lucha común, trasciende la muerte", dice Penny, entre otras reflexiones. "Era una gran periodista y una gran amiga" -afirma el cardenal de San Pablo, dom Pablo E. Arns-. A su muerte, más de doscientas religiosas de Maryknoll asisten a sus funerales y piden que Penny descanse en el cementerio de la comunidad. "Hemos perdido una amiga, pero hemos ganado una santa", dicen.
Penny estaba escribiendo "Corazones de Fuego: la historia de las monjas de Maryknoll", cuando murió de cáncer. Su editor, Arthur Jones, y Robert Ellsberg, siguiendo sus apuntes y anotaciones de sus entrevistas, acabaron el libro. Se le concedió, a título póstumo, el Premio Lipphard al Servicio al Periodismo Religioso, en 1990. En el Centro de Recursos de las Américas hay una biblioteca que lleva su nombre.