24 Fevereiro 2017
"Ya no son tiempos donde hay triunfos por mayorías absolutas en primera vuelta. Hay cada vez más una clase media exigente al ejercer su voto y eso lo demuestra las sorpresas electorales en Quito y Guayaquil", escribe Alejandro Mejía Tarazona, becario de la Maestría en Políticas Públicas (FLACSO – Ecuador) y politólogo por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en artículo publicado por Alai, 22-02-2017.
Vea el artículo aquí.
¿Es posible pensar un Ecuador sin Rafael Correa? Esta es la idea que circula en la ciudadanía luego de diez años de Revolución Ciudadana. Sin embargo, este proceso electoral, ha puesto en contraposición, liderazgos políticos vs proyectos políticos, en la cual el oficialismo tenía mucho que perder, ante un desgaste del liderazgo de Correa. Con un 88% de actas contabilizadas por el CNE, Lenin Moreno, de Alianza País, encabeza las preferencias electorales con 39,12%, frente al 28,31% del candidato opositor, el banquero Guillermo Lasso. Por otro lado, el resto de candidatos de oposición se dividen los votos, lo cual generaría fragmentación parlamentaria en la próxima Asamblea Nacional. Esas son las cifras, por lo que aún persiste la expectativa si se llevaría a cabo una segunda vuelta en abril próximo.
Los resultados del 19 de febrero, han sido producto de la dicotomía “oficialismo - oposición”, donde el clivaje sirvió a los candidatos opositores para posicionarse en un espectro político alejado de la continuidad del proyecto político de la Revolución Ciudadana. Sin embargo, si llega a darse una segunda vuelta, esto podría cambiar: estaríamos frente a un “correísmo vs anti-correismo”, generando una polarización similar a la existente en Perú con el fujimorismo vs anti-fujimorismo, lo cual originaría un reacomodo en los votos. Frente a esto, el oficialismo tiene cierta ventaja: tener a Lasso en el ballotage, es preferible a otro candidato: el desprestigio y rechazo que tiene el banquero, a raíz del feriado bancario a fines de los 90’s, con lo cual la ciudadanía tiene ciertas reticencias a posicionarse con Lasso.
Los ahogados intentos de Lasso por quitarse ese lastre, lo han llevado a abrir los espacios de diálogo a las minorías y a los sectores indígenas, con el objetivo de lograr mayor representación. Así, fueron sus palabras el día de ayer en Guayaquil al recibir los resultados: “bienvenidos sean todos, para generar un espacio contra la continuidad del correísmo”. Habría que analizar qué tan arriesgada puede ser esta estrategia en una segunda vuelta, cuando el correísmo posee un voto duro pero que, sin embargo, la figura de Lenin no ha sabido canalizar. Podría haber cierta esperanza para el banquero, en esos sectores descontentos con la Revolución Ciudadana, sobre todo en el oriente ecuatoriano, ante un reciente incremento de conflictos sociales, producto de la profundización del extractivismo petrolero.
La posición de Moreno para una segunda vuelta, es frágil pero también optimista. Ese 10% de votos de diferencia con respecto a Lasso, ya define una tendencia. Lo que se habría que cuestionar es si sus posibilidades de aumentar más del 40% son viables por el problema interno de Alianza País: la sombra de Correa. El voto a Moreno, es un voto de agradecimiento, por los cambios en la última década realizados por el correismo, lo que ha evitado un articulación de votantes alineados con la simpatía de Lenin Moreno. Es un voto a Alianza País, y de alguna forma, al mismo Correa. Sorprenden unos datos: en Guayas (con capital Guayaquil), Moreno alcanza casi el 39%, superando a Lasso que tiene un 21%. Esto evidenciaría un cambio interesante, ya que Guayaquil era un feudo de la derecha y contrario a Alianza País. Mientras que en Pichincha (con capital Quito), los resultados son ajustados: 38% para Moreno y 32% para Lasso.
Estos resultados en las dos principales ciudades del país, determinarían un cambio en las estrategias de campaña de Moreno y Lasso. Primero, Moreno retomaría una campaña agresiva en Quito, aunque se enfrentaría al rechazo que se tiene hacia el correísmo. Segundo, Lasso ajustaría su campaña a recuperar la plaza de Guayaquil, donde habría ver si se da una alianza con Vitteri, que es lo más previsible. En resumidas, cada candidato irá a segunda vuelta con enemigos internos: Moreno y la sombra de Correa y, Lasso con ese rechazo nacional a la banca. Ante un escenario polarizado, con un 60% oponiéndose a la continuidad de la Revolución Ciudadana, la campaña de segunda vuelta es otra historia, con dos liderazgos representando proyectos políticos contrapuestos. Ecuador se debate entre la continuidad del progresismo o un giro a la derecha. Algo si está claro: ya no son tiempos donde hay triunfos por mayorías absolutas en primera vuelta. Hay cada vez más una clase media exigente al ejercer su voto y eso lo demuestra las sorpresas electorales en Quito y Guayaquil.
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Post-correísmo y nuevos clivajes en Ecuador - Instituto Humanitas Unisinos - IHU