10 Mai 2016
"La lógica sigue siendo ciega, y trata de adecuar el ambiente a las máquinas. Triste. Triste. ¡Para apretar el corazón! Aún más, sabiendo que la vocación de Brasil es la producción de alimentos, de agua dulce y del ecoturismo. Destruir las estructuras naturales y los servicios ecosistemas esenciales debería ser un crimen contra la patria. Pero la inmediatez todavía es premiada. La población no se da cuenta del peligro que corre", alerta la agrónoma.
Imagem: oficininhadavoneusa.com.br |
Para entender lo que está detrás de la "lógica Primavesi", debemos conocer algo de esta mujer. Nació en 1920, en St. Georgen ob Judenburg, Austria. Llegó a Brasil en 1949 y se naturalizó. "Después de la guerra, con tantas muertes en la familia, también de mis queridos hermanos, mi marido y yo, que habíamos perdido todas las propiedades agrícolas, decidimos que era necesario buscar la paz, respirar aires nuevos, donde hubiese mayor posibilidad de hacer realidad nuestros sueños y esperanzas", recuerda.
Ana María se crió en el campo, y atenta y observadora, desde allí fue sólo un paso para convertirse en una científica en el área. "Mis padres estaban muy vinculados a la actividad agropecuaria y forestal. Y en la universidad nos orientaban a realizar actividades de investigación. Fui entrenada para observar en términos de sistema de producción, de forma holística. Luego tuve dos maestros que me enseñaron a hacer una especie de "examen clínico” con mucha observación y visión integrada", recuerda. Una vez en Brasil, ella y su marido comenzaron a producir en su sitio, en el interior de San Pablo, a partir de técnicas ecológicas de manejo del suelo. Así unía la investigación en el laboratorio y la práctica de campo. “Encontramos la certeza de nuestro camino cuando mi marido fue capaz de producir un tipo de trigo canadiense (de altísima calidad) en un suelo degradado", destaca.
¿Pero en qué consisten sus principios? Para Ana, "es necesario observar la naturaleza, la forma en que ella, a partir de ecosistemas primarios, construye ecosistemas clímax naturales, con alta capacidad de mantener la vida y la producción, y con todas las estructuras y los servicios ecosistémicos desarrollados". Es decir, es observar la ecología de la vida y, así conociéndola, integrarse al amplio sistema capaz de generar vida, producir e incluso corregir los desequilibrios con mínima interferencia humana. Es más que pensar en producción orgánica, es pensar en producción ecológica.
A pesar de todo, la investigadora no se rinde, y esto se puede constatar en la siguiente entrevista, concedida a IHU On-Line en abril de 2016. Con casi un siglo de vida, Ana no deja escapar la invitación a ser entrevistada. Le pide ayuda a su hija, Carin, para responder por escrito algunas preguntas. Es una manera de seguir propagando sus ideas y sembrando esperanza. "La sociedad es parte del aspecto medioambiental, pero en los cursos universitarios se insiste en separarla. Este conocimiento fragmentado, compartimentado, analista, especializado es el gran mal ", sentencia, al mismo tiempo que invita a pensar en una "educación ambiental de cómo funciona la vida".
Ana María Primavesi se graduó en Agronomía en la Universidad Rural de Viena, con un doctorado en Ciencias Agrícolas. En 2012, recibió el premio mundial de la agricultura orgánica de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica - IFOAM. Fue profesora en la Universidad Federal de Santa María, investigadora de la Fundación Mokiti Okada y agricultora, pues practicó técnicas de agroecología en su estancia, en Itaí, interior de San Pablo.
Sus enseñanzas se pueden encontrar en cerca de 100 artículos científicos inéditos y 12 libros. Entre sus obras de mayor influencia se encuentran: Manejo Ecológico do Solo: a agricultura em regiões tropicais (San Pablo: Nobel, 1984); Agroecologia: ecosfera, tecnosfera e agricultura (San Pablo: Nobel, 1997); Manejo ecológico de pragas e doenças: técnicas alternativas para a produção agropecuária e defesa do meio ambiente (San Pablo: Nobel, 1988); Agricultura sustentável: manual do produtor rural (San Pablo: Nobel, 1992); Manejo ecológico de pragas e doenças: técnicas alternativas para a produção agropecuária e defesa do meio ambiente (San Pablo: Nobel, 1988); Cartilha do solo (São Paulo, Mokiti Okada), Pergunte ao Solo e às Raízes (SP, Nobel, 2014), A Convenção dos Ventos (SP, Expressão Popular, 2016) e também foi lançado sua biografia por Virginia Knabben: Ana Maria Primavesi, histórias de vida e Agroecologia (SP, Expressão Popular, 2016).
La entrevista es de João Vitos Santos | Traducción de Patricia Pizzorno.
Lea aquí parte de la entrevista.
Foto: ideiaweb.org |
IHU On-Line – Usted es una de las primeras personas en Brasil en interesarse en la agricultura orgánica. ¿Cómo descubrió este tipo de producción? ¿De dónde le vino la inspiración?
Ana Maria Primavesi - En realidad, al principio, toda la agricultura practicada era orgánica, y, en cierta medida, ecológica. La enseñanza de maestros en la universidad me estimuló a mirar desde esa perspectiva. Fueron ellos quienes me transmitieron los principios de cómo analizar el conjunto de factores en una actividad agrícola, yendo directamente a buscar las causas. Y las causas deberían buscarse en el suelo (características de un suelo observado en la naturaleza que resulta en una mayor productividad de la fitomasa), el comportamiento de las plantas mismas (síntomas de deficiencias de minerales, la fuerza y arquitectura de las raíces) y de las asociaciones de plantas en el campo.
De hecho es necesario observar la naturaleza, la forma en la que ella, a partir de ecosistemas primarios (afloramiento de rocas; inhóspitos a la vida superior y a la producción), construye ecosistemas clímax naturales, con alta capacidad de mantener la vida y la producción, y con todas las estructuras y los servicios ecosistémicos desarrollados. La naturaleza utiliza las mismas herramientas para la recuperación de suelos compactados, biológicamente muertos, abandonados durante el barbecho.
El secreto es la observación, que aprendí de mis padres y de algunos profesores generalistas (que saben un poco de todo del todo). Los expertos saben mucho de poco del todo, lo que llega a ser nada, saben sólo de algo específico, sin relación con el todo. Se quedan con una visión muy estrecha para la práctica de campo. Ese es también un gran conflicto que debería resolverse de forma amistosa.
IHU On-Line - ¿Cuáles son los desafíos que enfrentó cuando comenzó a tratar con la agricultura orgánica? ¿Qué resistencias ya han sido vencidas y cuáles persisten aún hoy en día?
Ana María Primavesi – La certeza de nuestro camino la tuvimos cuando mi marido fue capaz de producir un tipo de trigo canadiense (de altísima calidad) en un suelo degradado de la región de Sorocaba, en San Pablo. El trigo estaba sin roya, aun cuando esa variedad era muy susceptible. Esto sucedió luego de dos años de prácticas de recuperación biológica del suelo con cóctel de abonos verdes fibrosos. Cuando ingresamos a la vida académica y docente en Santa María, Rio Grande do Sul, estábamos en el auge de la revolución verde que promovía una agricultura en los moldes de "piso de fábrica", en donde las variabilidades de nuestros suelos eran uniformizadas con encalados y fertilizaciones NPK pesado. El objetivo era el de atender a las necesidades de las variedades híbridas que respondían a altas dosis de nitrógeno, utilizando para ello una intensa mecanización y riego, y luego también herbicidas.
Las tierras se uniformaban. Los manantiales de agua y los pequeños arroyos eran simplemente cancelados del mapa, para facilitar la mecanización. Después, los árboles eran eliminados para facilitar la administración a simple vista y a la vista de aeronaves agrícolas. Y todo lo que estaba relacionado con la materia orgánica y su uso fue prohibido. Vimos que se promovían los aspectos físicos y químicos del suelo. Pero no los biológicos. Los biológicos del suelo, no de las plantas. Los biológicos que usan todo material orgánico, de donde retiran su energía para añadir al suelo y estabilizar los agregados y los macroporos, que son vitales para la salud de las plantas, pues garantizan la entrada de agua y aire
Así, luchamos por la inclusión de este aspecto biológica del suelo, porque sabíamos que necesitábamos un suelo vivo para producir con abundancia y de forma más barata, pues aumentaba la eficiencia de los insumos aplicados, que así podrían ser utilizados de una manera más racional.
La lucha feroz
Pero la revolución verde no incluía el aspecto biológico. Y la lucha fue feroz. Incluso comenzando como profesores de la Universidad en esta visión integral de la gestión del suelo, de la productividad y de la consideración del aspecto biológico a través del primer curso de postgrado en Brasil, oficialmente aceptado, su respuesta fue: aunque estemos de acuerdo con esos conocimientos, no podemos incluirlos en los cursos de graduación regulares, porque necesitamos preparar a los estudiantes para los concursos públicos, que no contemplan el aspecto biológico.
Al cerrar nuestras actividades universitarias, tratamos de romper barreras en la asesoría técnica a grandes empresas agrícolas y a la industria. La industria de insumos argumentó que aunque la idea era excelente, sería necesario que las gestiones propuestas tuvieran también un producto que pudiese ser empaquetado y vendido. Entonces decidimos escribir un libro de texto y embarcarnos en el desarrollo y la difusión cuerpo a cuerpo en el campo, con productores rurales, agricultores, agentes de extensión y estudiantes, en una especie de educación ambiental con buenas prácticas de manejo agro-ambientales. Por suerte, tuvimos apoyo de sectores de la clase agronómica, que, si queríamos sustentabilidad, estaba detectando el talón de Aquiles en los planes de la revolución verde si fuéramos a la sostenibilidad.
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Observar, conocer e integrar. Pasos para una perspectiva sistémica. Entrevista con Ana Primavesi (IHU/Adital) - Instituto Humanitas Unisinos - IHU